jueves, 29 de diciembre de 2011

Don't leave me. Parte uno.

I'm baaaaaaaaaaack.
No, no traigo la segunda parte de "Real world", pero tiene su explicación: no va a haber segunda parte. Estuve ayer intentando escribirla, intentando sacar algo...y me di cuenta de que no pega escribir otra parte, lo único que quería plasmar era que nos mienten día a día cuando nos dicen que el físico no importa y que hay que ser uno mismo en todo momento.
¡Pero os traigo otra historia! e.e Será de tres partes (o al menos eso tengo en mi cabeza), su protagonista es Dougie y está narrada por una chica. Ya me diréis qué tal.
PD: Esta primera parte es larga...cinco páginas de word. Wow. (?)

Cuando la oscuridad nos atrapa, cuando parece que nada puede salvarnos, cuando nadie nos cree. Ese es el momento en el que estamos completamente perdidos.


Hay cosas que nadie hace, cosas que están supuestamente prohibidas, tradiciones que nadie quiere romper. Y esas cosas siempre te persiguen.


Cuando eres pequeño, tienes prohibido meter los dedos en los enchufes y eres un niño extraño si no te gusta el azúcar. Cuando vas al instituto, tienes prohibido fumar y te tachan de freak si no te gusta ir de fiesta cada Sábado. Y a mi edad, con veinte años, tienes prohibido vivir a tu manera, y eres raro si no tienes un novio con el que planees el futuro.


En mi caso se me podría considerar el bicho más raro del universo, porque no cumplí nunca ninguna de las cosas antes mencionadas.

Me gustaba meter los dedos en los enchufes, nunca llegué a electrocutarme; fumé más de una vez cuando las cosas no iban bien en casa y ahora, vivo como quiero y no tengo pareja. ¿De verdad la sociedad piensa que es necesario? Porque yo no.


Vivo sola desde hace un año y medio y no tengo un trabajo fijo.

Según esa maravillosa sociedad, debería de sentirme la peor mierda del mundo y volver a casa de mis padres para poder vivir mejor. La cosa está en que a mí no me importa vivir del día a día, al revés, disfruto más de lo que todos piensan.

A pesar de todo, cuidar a personas enfermas o con problemas de vez en cuando no es tan malo, ¿no?


Ahora mismo estoy caminando hacia la casa de los Poynter.

Dejé miles de carteles en los alrededores para ver si alguien me contrataba, y esta familia ha sido la afortunada. Al parecer tienen un hijo problemático y necesitan mi ayuda.

Llamo a la puerta y en menos de diez segundos una mujer rubia aparece tras ella.


Buenos días. - me dice sonriente - Tú debes ser Christine, ¿no?

Sí, y usted la señora Poynter.

Pasa, pasa.


Entro mostrándole una sonrisa y observo con detalle cada rincón.

Cuando me contrata una familia y tengo que trabajar en la casa, me gusta asegurarme de que no hay nada raro en ella, no quiero problemas que no me pertenecen.


La casa se compone de la planta baja, donde hay un enorme salón decorado de forma bastante común y familiar, una gran cocina limpia y reluciente y lo que parece ser un pequeño trastero. Supongo que en la parte de arriba estarán todas las habitaciones y el baño...


Wow, su casa es preciosa.

Gracias. - contesta - ¿Quieres algo de beber?

No, gracias.


Se acaba de producir uno de los silencios más incómodos de mi vida.

Se supone que es ella la que tiene que hablar conmigo, comentarme el problema de su hijo, decirme qué tengo que hacer...pero no habla.


¿No hay nadie en casa? - pregunto.

Sí, mi marido Sam está con Jazzie en el jardín y Dougie está en su habitación.

¿Dougie es el pequeño del que debo cuidar?


Su cara se torna un poco pálida y tengo miedo de haberla cagado al pronunciar el nombre del chiquillo. Si hubiera elegido otro no costaría tanto decirlo...


Verás...Christine. - se frota las manos – Mi hijo no es pequeño. De hecho...¿cuántos años tienes?

Veinte recién cumplidos.

Exactamente los mismos que él.


Abro los ojos de forma desmesurada. ¿Tengo que cuidar a alguien de mi edad? No me molesta, pero nunca lo había hecho...

He cuidado niños pequeños, bebés, ayudado a algún que otro adolescente pirado e incluso ancianos, pero eso era algo demasiado extraño. Una persona de mi edad no necesita ayuda de otra persona de la misma quinta...


Eh...yo...

No te eches para atrás sin escuchar el problema, por favor. - me suplica – Ya no sé qué hacer y...

Está bien, cuénteme.

Dougie nunca ha sido un chico problemático, de hecho, siempre pensé que sería el típico hijo que te hace estar orgullosa por todo lo que consigue. - sonríe amargamente – Pero...de hace cuatro años para acá, bueno...dice que escucha voces, que ve fantasmas.

¿Có-cómo?

Le hemos llevado a psicólogos, a la iglesia, hemos intentado convencerlo de que es una locura y no hemos conseguido nada.

No sé qué decir... - contesto – Nunca se me ha presentado algo así, no sé si soy capaz. Ni si quiera sé qué pretende que consiga.


Lo cierto es que ahora mismo solo quiero correr y olvidar todo lo que me está diciendo esta mujer.

¿Que el chaval ve fantasmas, que escucha voces? Sí, es bien cierto que tiene un problema pero yo no puedo solucionarlo...


Sólo me gustaría que pasaras un tiempo con él. Que le entretengas, no sé...pasa muchas horas ahí encerrado, solo. No quiere ver a nadie...

Yo...lo entiendo, de verdad. Pero no sé si puedo hacerlo.

Por favor...sé que eres una buena chica, puedo verlo en tus ojos. - me coge de las manos – Sube e intenta hablar con él. Si pasa algo o no quieres volver, lo comprenderé.


Le sonrío sin muchas ganas y decido hacerle caso.

No es que me haga ilusión este trabajo, pero tengo que reconocer que no puedo dejarla tirada así como así. Por lo que me ha dicho lo está pasando bastante mal, y tiene otra hija...al menos debo intentarlo.


¿Puedo pasar? - digo llamando a la puerta.

Supongo que sí.


Entro cuidadosamente y puedo ver al tal Dougie sentado en su escritorio con un cuaderno abierto y bolígrafo en mano.

Su cuarto está bastante ordenado, al revés de lo que yo pensaba. Tiene la estantería llena de fotos con su familia y amigos, algún que otro libro...y muchísimos discos.


Mi madre te ha contratado para cuidarme, ¿verdad? - habla mientras escribe – Pensarás que soy penoso...

¿Por qué?

Tengo veinte años. Joder, se supone que soy adulto y esas cosas y...me vas a cuidar...¿tú?

Eh, listillo. - le contesto bromeando – Que tengo tu edad y no lo considero cuidar, simplemente hacer amigos.

Ya, amigos. Como si fuéramos a llegar a serlo.

¿No sería posible?


Se queda en silencio unos minutos, minutos interminables.

Suelta el bolígrafo y se gira; me quedo observándolo. Tiene el pelo rubio, aunque parece no habérselo lavado en unos días; sus ojos de color gris azulado están acompañados de enormes ojeras y sus labios parecen finos y delicados.


¿En serio no quieres salir corriendo? - pregunta extrañado – Supongo que mi madre te habrá contado lo que pasa.

Sí, y no es motivo para correr. Por lo menos yo no creo que lo sea.


Se encoge de hombros y curva los labios haciendo una mueca bastante graciosa, creo que debo darle una oportunidad. Lo máximo que puede pasar...¿qué es? ¿Que me haga pensar lo mismo? Chorradas.


Entonces...¿aceptas que venga a partir de mañana?

Claro...no creo que tengas más opciones.

Hasta mañana entonces.


Le muestro mi mejor sonrisa y él vuelve a su cuaderno sin tan si quiera despedirse.

En otra ocasión me habría molestado, no me gusta la gente que tiene mala educación y me cabrea que no se despidan de mí, pero...Dougie tiene un verdadero problema, no creo que despedirse de mí sea su mayor preocupación.


Bajo las escaleras y veo a su madre esperándome nerviosa. Me alegra poder decirle que mañana estaré de vuelta y que haré todo lo posible por alegrar un poco a su hijo.


¿Qué tal? - pregunta acercándose.

Creo que...bueno...a partir de mañana tendrá que hacerme un hueco.

¿De verdad? - sonríe – Muchas gracias, te pagaremos muy bien y puedes comer aquí todo lo que quieras. Gracias.

No tiene importancia, me gustan los retos.


Sus ojos están acuosos, y sin poder evitarlo le doy un ligero abrazo al despedirme de ella.

En cierto modo me recuerda a mi madre, ella siempre tan preocupada por mí y porque yo fuera alguien en la vida. Siempre ha querido que cumpla mis objetivos, y el que tengo ahora mismo es hacer a Dougie una persona normal que pueda sonreír.


***

Son las diez de la mañana y mis cereales de chocolate me esperan en la encimera con muchas ganas de ser engullidos.


Los cojo y me siento en uno de los taburetes, pensando en el día que me espera.

Es mi primer día de trabajo con la familia Poynter, y aunque ayer mis pilas estaban cargadas, hoy estoy acojonada. No se me ocurre cómo hacer que ese chico se olvide de las tonterías que dice que ve o escucha, no soy psicóloga ni nada por el estilo, ni si quiera creo que la gente pueda ver a los fantasmas.


Dejo las cosas en el fregadero y voy a mi habitación.

Camiseta ancha, pitillos y converse es mi combinación favorita, la que nunca falla. Me peino un poco, me hago la raya y tras coger mi pequeña mochila de siempre, parto rumbo a mi trabajo.

Cuando llego, me encuentro a toda la familia (menos Dougie, claro) saliendo con mochilas, cestas y cosas por el estilo.


¡Christine! Nos vamos de picnic, pero Dougie no quiere venir... - agacha la cabeza - ¿Te importa quedarte aquí?

Claro que no, es mi trabajo.

Hay comida en la cocina, ya está preparada. Si no quiere comer...no le obligues, ¿vale? Suele pasarle.


Asiento todo el rato mientras ella me avisa de lo que puede pasar.

Es como si Dougie tuviera ocho años y fuera a destrozar la casa, no para de darme números de teléfono como el de la policía o los bomberos. Puedo afirmar que tengo miedo.


Después de diez minutos, la familia se monta en el coche y toma su camino. Yo subo rápidamente las escaleras y pienso un tema de conversación para sacarle a Dougie, aunque no se me ocurre nada.


¡Buenos días! - exclamo.

¿Ya se han ido?

Sí...pensaba que irías con ellos.

No. Ya sabes, la familia feliz tiene que hacer su perfecta comida, que vaya yo no tiene sentido.


Lo afirma tan convencido mientras mira por la ventana que por un momento pienso que va a girarse enfurruñado y me va a dar dos bofetadas; pero lo único que hace es girarse y regalarme una triste sonrisa para después sentarse en su cama.


Y...bueno, ¿te apetece hacer algo en especial?

No tienes que hacerlo. - responde – No tienes por qué pasar tiempo con un loco si no quieres.

Esto lo hago porque quiero, nadie me obliga. Y deja de decir que estás loco.


Creo que he sonado demasiado borde, pero este chico es la persona más derrotista que he conocido nunca. En parte creo que es culpa de sus padres, no parece que le hayan dicho cosas buenas muy a menudo...supongo que es lógico que se machaque de esa forma.


Hemos pasado tres horas en su habitación; él con su maldito cuaderno y yo mirando a la nada. Pensaba que me hablaría de sus paranoias, de lo que escuchaba, de algo...pero ni si quiera se limita a mirarme.


Es hora de comer...¿bajamos? - asiente – Genial...


No sé si la sopa está buena, mala, fría o caliente, pero Dougie se la está comiendo como si hiciera días que no prueba bocado. Yo he preferido no probarla, no me apetece comer nada tan temprano.


Eso de comer era una excusa, ¿verdad? - me dice – Siento no darte conversación, pero...

Bah, no importa. ¿Sabes? Pareces más joven de lo que eres.

Ya, parece que tengo quince años, todos me lo decían.


Al parecer la he cagado, porque sus ojos se tornan de un color más oscuro y parece que tiene ganas de llorar. No pretendía hacerle daño, ni si quiera le he dicho nada malo...


Eh, no te lo tomes a mal. A mí me pareces muy guapo.

No te cachondees, por favor. - se sonroja.

¡Como si nadie te lo hubiera dicho nunca!


Y su mirada me lo confirma: nadie lo ha hecho. Nadie ha sido capaz de reconocerle que es adorable cuando se sonroja, ni que tiene ojos bonitos...nadie le ha dicho que es guapo.


Siempre hay una primera vez. - respondo – Y lo digo totalmente en serio.

Gracias, tú también lo eres. Aunque a ti sí que te lo habrán dicho.

Lo cierto es que no mucho. Quitando a mi madre, claro. - río – Para ella soy Miss Universo.


Sonríe levemente y eso hace que me sienta satisfecha, al menos he conseguido un intento de sonrisa.

Deja el plato vacío en su sitio y decido sentarme en el sofá, esperando que haga lo mismo y se siente al lado. Quizás tengamos más en común de lo que ambos pensamos...


No me creo que tu madre sea la única que te haya dicho guapa. - susurra al sentarse conmigo.

Es lo que hay. La gente puede ser muy cruel y superficial.

Y que lo digas... - asiente – Entonces...¿nunca has tenido novio?

Alguna tontería. De hecho, una vez me tiré al novio de mi hermana.

¡Golpe bajo!


Sonreímos sin muchas ganas y recuerdo aquel verano.

Pasé muchos años sola, viendo cómo mi hermana era la guapa y yo la lista o la rara. Sintiendo un pinchazo cada vez que alguien me llamaba gorda o fea, cada vez que se reían de mí. Supongo que tirarme a su novio fue una estúpida forma de vengarme.


¿Tú nunca has tenido novia? - me atreví a preguntar.

Sólo una, Sandy. Era la chica perfecta y me quería a mí...hasta que decidí sincerarme con ella y contarle lo de los fantasmas. Me mandó a la mierda, como hacen todos.

Sé que me conoces de hace unas horas, pero...si te sirve de algo, yo no voy a hacerlo. - le digo sincera – Yo veo unicornios, ¿por qué tú no vas a ver fantasmas?

Los unicornios molan.


Sonrío de forma exagerada y le obligo a enseñarme algo más que una media sonrisa. La cosa va avanzando y eso me gusta.

He llegado a la conclusión de que Dougie es un chico normal, sólo necesita que confíen en él...porque al parecer nunca lo han hecho.


Una simple y tonta respuesta puede hacer que dos personas se conecten para toda la vida.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Real World.

¡Hola luciérnagas!
Bueno, tengo la primera parte de una gran mierda de pequeña historia que escribí el otro día y si os digo la verdad, no pensaba subirla hasta tener la segunda parte, pero @Carmen_Happines me ha dicho que si iba a subir algo y bueh...here I am.
Es desde el POV de un personaje femenino y nada, espero que os guste.
¡Comentad, no seáis malos! D:

Todos hemos escuchado alguna vez una canción en la que el cantante nos dice que el físico no importa; segundos después hemos visto que su novia es modelo.
Todos hemos sido advertidos de que hay que ser uno mismo y no hay que tener miedo a mostrar los defectos; minutos después hemos sido rechazados.
A todos nos han dicho "el interior es lo que importa", sabiendo perfectamente que eso no es cierto.

Y es que, ¿a quién le importa si sabes escuchar o dar buen consejo? ¿Quién tiene en cuenta lo que realmente vales? Nadie.
Soy Samantha Parker, tengo diecisiete años y me he mudado tres veces; lo que me da derecho a conocer perfectamente el comportamiento de las personas ante algo nuevo.

La primera vez que me mudé fue con doce años. Mis padres querían salir del pequeño pueblo en el que vivíamos y nos fuimos a Bristol. (Que tampoco es que fuera tan grande, pero bueno)
En mi primer día de instituto recibí aproximadamente diez miradas de asco, y mejor no hablar de los cuchicheos. ¿Sabéis lo que es que todo el mundo te mire como si vinieras de otro planeta?

La segunda, fue dos años más tarde, cuando por motivos de trabajo, nos fuimos a Londres. Reconozco que me hizo ilusión...salir de aquel instituto no me vendría mal, y encima Londres, el sitio más famoso de toda Inglaterra.
Aunque allí las cosas tampoco eran muy diferentes.
No es que la gente me mirara mal, es que directamente no me miraba. Y creedme, siempre es mejor caer mal, que no caer; si no caes, es que eres totalmente invisible.

Mi última mudanza ha sido hace unas dos semanas.
En estos tres años han pasado cosas como la separación de mis padres, lo que ha llevado a que mi madre y yo estemos aquí, en Bolton.
No es un sitio tan bonito y grande como Londres, pero dicen que es bastante acogedor. Yo no estoy tan de acuerdo...

***
Como cada mañana, mi despertador suena al ritmo de A Day To Remember y no tardo mucho en tirarlo al suelo. ¿Por qué existen estos cacharros? ¿No podía despertarnos un ángel mediante susurros? Seguro que mi humor sería bastante diferente.

Me toma una hora ducharme, vestirme, desayunar y salir de casa camino al instituto. A pesar de que Bolton no sea un gran pueblo, al parecer mi madre quiso mandarme al instituto más lejano y todos los días tengo que coger el tren, cosa que no me hace ninguna gracia.

La estación siempre está repleta de gente, y me agobian ese tipo de sitios en los que respirar se convierte en un reto. Lo peor de todo es que las personas se conocen entre ellas, charlan mientras esperan su tren...o incluso se montan en el mismo. Y después estoy yo, la única sola y totalmente desconocida para los demás. ¿Cambiará eso algún día?

Me dirijo hacia el primer sitio libre que veo y me siento esperando mi tren.
Hoy he llegado dos minutos más tarde y el directo se ha ido, así que tengo que montarme en el que va parando cada diez minutos. A este paso no doy clase...

- Genial Sam, si es que eres muy lista... - susurro para mí misma.
- Perdona, ¿me has dicho algo?

Miro a la derecha buscando a la persona que acaba de hablarme y me encuentro con un chico de más o menos mi edad, quizás un poco mayor.
Tiene el pelo rizado, es moreno y sus ojos de color azul cielo. Está repleto de pecas y su sonrisa parece deslumbrar toda la estación.

- Eh...no, hablaba sola. - río nerviosa.
- Ah, guay. Soy Danny.
- Yo Samantha, pero puedes llamarme Sam.

Asiente aún sonriendo y creo notar que me sonrojo un poco.
En el poco tiempo que llevo aquí, la gente no ha sido muy agradable. Todos se conocen, tienen un grupo cerrado de amigos y no integran demasiado a la gente nueva.

- ¿Eres de por aquí? Nunca te he visto. - me dice.
- No. Sí, más o menos...me he mudado hace poco.
- ¿Desde dónde?
- Londres.
- ¿Te has venido desde Londres a este apartado pueblo? - se sorprende - Tú estás loca.

Estoy a punto de contestarle cuando el tren para frente a nosotros.
A pesar de que las puertas acaban de abrirse y de que tengo que darme prisa, me quedo sentada esperando a que él se levante. Decepción que me llevo cuando me doy cuenta de que ese no es su tren.

- Me-me tengo que ir.
- ¿Nos veremos mañana? - pregunta - ¡Quiero saber por qué estás en Bolton!
- Claro.

Me despido con una tímida sonrisa y entro corriendo. Dos segundos más y pierdo dos trenes en un mismo día.
Tras comprobar que todos los asientos están ocupados, me quedo de pie mirando al frente. Hay un grupo de chicos que están en mi instituto, y aunque las ganas de acercarme a hablar con ellos no me faltan, el miedo a ser rechazada gana.
Creo que prefiero pensar en el chico pecoso cuyo nombre es Danny.

***
El idiota de Danny lleva cinco minutos de retraso.
Desde el día en el que nos conocimos accidentalmente, me presento en la estación a la misma hora y en el mismo sitio. Nos quedamos hablando hasta que llega mi tren y así todos los días.
Es como una especie de cita diaria...o por lo menos a mí me gusta llamarlo de esa forma.

- ¡Sam! - exclama exhausto - Joder, casi me muero.
- ¿Y eso?
- Se me han pegado las sábanas, ya sabes.

Sonrío y se sienta a mi lado.
Me mira unos segundos sin decir nada y poco después saca una cámara del bolsillo pequeño de su mochila.

- Tengo que enseñarte algo.

Asiento intentando ocultar mi emoción (cosa que creo que no funciona) y espero pacientemente mientras él busca la foto que quiere mostrarme.
La encuentra y me tiende la cámara con una sonrisa enorme.

- Es ella. - dice.

Mi sonrisa desaparece automáticamente y fijo mi vista en la foto.
Ahí está él, con el polo azul que hace conjunto con sus ojos y una sonrisa espléndida. A su lado, ella; la chica de sus sueños.

Cuando Danny y yo comenzamos a tener un poco más de confianza, me contó que le gustaba una chica de su clase. Me la describió millones de veces sin saltarse ningún detalle y me prometió que algún día me enseñaría una foto. Y aquí la tengo.

- Wow...es guapísima.

Él asiente sonriendo y yo intento no mostrar mi decepción.
La chica de la foto parece estar creada por y para él. Es blanca de piel, aunque sin exagerar; pelo castaño claro y ojos verdes. Sin olvidar su recta y blanca sonrisa...¿quién quiere más?

- Ayer estuvimos haciéndonos fotos en clase y...bueno, eso. - comenta - Aproveché para cumplir mi promesa y que así la vieras.
- Hacéis una pareja preciosa.
- ¿Enserio? ¡Gracias! - ríe - ¿Tú qué tal con el chico ese que me dijiste?

Me sonrojo y trago saliva inventando una respuesta lo más lógica posible.
"El chico que le dije" no existe, pero era eso o admitir que el chico por el que realmente puedo sentir algo es él.

- Bah...
- Respuesta incorrecta.
- Ya te he dicho que es inalcanzable. - contesto nerviosa - Tiene novia, ¿vale?
- ¿Y qué? Los enamorados estamos para robar novios.
- ¿Qué? ¡Eso no ha tenido sentido alguno!
- Pero al menos he conseguido que sonrías.

Me quedo embobada mirando el brillo de sus ojos y sonrío de medio lado.
Danny es una de esas personas que todo el mundo quiere para un día en el que la autoestima no te acompaña. Sabe qué decir y hacer para que tu ánimo suba aunque sea un poco.

- Creo que te tienes que ir. - me dice de repente.
- ¿Me estás echando?
- No, boba, tu tren está ya aquí.
- ¡Hasta mañana entonces!

Me da un beso en la mejilla y como cada día gracias a él, entro en el tren con una gran sonrisa.

***
Al igual que hace tres días, Danny se retrasa, y lo peor de todo es que me alegro.
Últimamente de lo único que hablamos es de Caroline (la chica que le gusta), y no es un tema muy agradable para mí. Puede llevarse horas y horas contándome lo perfecta que es...cosa que no soporto.

Cojo mi iPod y pongo la canción más triste que encuentro.
A veces me pregunto por qué los humanos somos tan sumamente gilipollas. ¿Cuál es la explicación de que siempre que estamos tristes pongamos canciones que sabemos que nos dejan por los suelos? E aquí nuestro sentido de la lógica...inexistente.

Estoy concentrada en la balada que retumba en mis oídos cuando alguien me da dos golpecitos en el hombro.
Me quito los auriculares y me giro, pudiendo comprobar que como pensaba, el de los golpecitos había sido Danny. Sorpresa la mía cuando veo que no está solo.

- Sam, tengo que presentarte a Caroline. - dice contento - Caroline...Sam, una buena amiga.

Le doy dos besos y ella me enseña esa magnífica sonrisa.
No puedo estar mucho más tiempo con ellos porque el tren (muy oportuno) ha llegado. Por una parte quiero quedarme allí, vigilar cada paso, analizar cada mirada...saber si ella siente lo mismo. Por otro, le estaré eternamente agradecida a este tren por haber llegado justo ahora.

***
"Sam, una buena amiga"
Llevo todo el fin de semana con esa frase resonando en mi cabeza. ¿Una buena amiga? ¿Quién se conforma con ser eso? Yo no.
Cuando conocí a Danny estaba feliz de poder hablar con alguien en Bolton, de ver que no todo el mundo me iba a tratar como una bolsa de basura o a ignorar como a una piedra. Conforme el tiempo fue pasando, me di cuenta de que Danny era especial. Y teníamos tantas cosas en común...

Ahora estoy totalmente segura de que me gusta; e incluso sería capaz de admitir de que soy una tonta enamorada. ¿Por qué no podía gustarme el chico popular al que todas quieren? Por lo menos con ese ni hablo...

Me levanto a por mi botella de agua y paso por el espejo del pasillo.
No suelo pararme, pero hoy me apetece hacerlo. ¿Tan evidente es que un chico como Danny nunca se podría fijar en mí? Mi pelo es largo, pero rizado; mis ojos grandes, pero marrones; mi sonrisa es blanca, pero con alguna que otra imperfección. Y mi cuerpo no puede considerarse bonito, así que, ¿cómo pude tan si quiera imaginar que algún día estaríamos juntos? Sería demasiado absurdo, atípico, imposible.

Por eso no creo en las canciones de amor ni en los cuentos de hadas.
Nos crean ilusiones, nos hacen pensar que cada uno, siendo como es, podrá conseguir a la persona que quiera. Nos enseñan a ser nosotros mismos y es cierto, en los cuentos la tímida y pobre criada siempre se convierte en princesa y consigue que su príncipe la quiera. Pero, ¿enserio podemos creernos que eso pasa en la vida real?
En la vida real, lo máximo que podrás llegar a conseguir siendo tú mismo será ser "una buena amiga".

domingo, 6 de noviembre de 2011

Suicide.

Helloooooooooo!
He vuelto con un OS que acabo de escribir y que no es muy feliz ._.
Para que os hagáis una idea, lo he escrito por lo de la niña que se ha suicidado hace unas horas...no sé por qué, pero al enterarme, me ha entrado rabia y me han dado ganas de escribir ésto.
PD: POV Danny y un poco largo.
Dedicado a @brianvega97 @Marisa_Poynter @Cristhings @mcflycrazier @AndreaDebuten @itsmarinax, que son las que se han ofrecido a leerlo :'3 Hope you like it!

Yo era una de esas personas detestables a las que la mayoría de la sociedad quiere bajo tierra. Uno de esos niños que tiran piedras a las prostitutas y le quitan los bastones a las señoras mayores para que caigan al suelo. Uno de los que se ríen de la típica niña nueva cuyo cuerpo parece un palo.
En definitiva, un cabrón.

¿Lo peor de todo?
Que no nos damos cuenta de la importancia de las cosas hasta que no pasa algo que nos abre los ojos. ¿Cómo iba a saber un niño de mi edad que unas risas podían provocar tanto? ¿Eh? ¿Cómo debía yo saberlo?
No lo supe...hasta ayer.

Me llamo Danny Jones, y a día de hoy, tengo dieciséis años.
Nací en Bolton, aunque nos mudamos a Londres cuando cumplí los cuatro, así que me considero un londinense en toda regla. Llevo en el mismo colegio desde los seis años (tiene primaria, secundaria y bachillerato) y...recordar lo que me ha llevado a estar como estoy, no es algo muy agradable.

Flashback

Harry y yo íbamos caminando hacia clase mientras todo el mundo nos miraba.
Harry era mi mejor amigo y tenía un año más que yo, es decir, nueve. A pesar de ser dos mocos, sabíamos hacernos respetar. Era como si el resto de los niños nos admiraran y quisieran ser como nosotros.

- Mira a Lindsay. - me dijo - ¿A que es guapa?
- Qué pesado eres...¿por qué no vas a jugar con ella y te callas un rato?
- Porque no quieres que te deje solo.

Sonreí encogiéndome de hombros y entramos en clase sentándonos en nuestros respectivos sitios.
Era cierto, aunque todos los niños de la clase quisieran ser nuestros amigos, mi único amigo era Harry; y viceversa. El problema era que últimamente nuestro único tema de conversación era la tonta de Lindsay; a la que por supuesto, no pensaba incluir en nuestro pequeño (y cerrado) grupo de amigos. Éramos Harry y Danny, no Harry, Lindsay y Danny...

- Eh, mira.

Miré hacia donde señalaba el dedo de mi amigo y vi a dos niños rubios entrar con la mirada clavada en el suelo.
Probablemente eran nuevos, nunca los había visto y sus caras parecían tener un cartel florescente en el que estaba escrito en mayúsculas "Soy nuevo, pégame".

- Gente nueva. - reí mirando a Harry.
- Por fin algo divertido...
- ¡Chicos, silencio! - gritó la profesora - Quiero presentaros a vuestros nuevos compañeros.

La señora Parker se llevó más de quince minutos presentando a los dos rubitos mientras Harry y yo planeábamos mentalmente la bienvenida.
No existía cosa más divertida para nosotros que molestar a los nuevos, y más si eran tan tontos como esos.


La hora del recreo había llegado y buscábamos a los nuevos sin ningún éxito. ¿Acaso podían hacerse invisibles? No estaban por ningún lado.
Cuando quedaban escasos minutos para que tocara el timbre que anunciaba el final del recreo, los vimos sentados en un banco comiéndose su bocadillo.

- ¡Hola! - exclamamos Harry y yo a la vez.
- Ho-ho-hola...
- Soy Daniel, pero me llaman Danny. - dije - Y este es mi amigo Harry.
- Yo soy Tom, y él es Dougie.

Vaya, Tom y Dougie.
En aquel momento creo que por la cabeza de Harry y por la mía pasaban las mismas preguntas, y ninguno de los dos se iba a quedar sin la respuesta.

- Oye, ¿tú tienes complejo de perro? - le preguntó Harry a Dougie - Por el nombre digo...
- Y-y-yo...
- Y a ti te gusta mucho comer, ¿verdad? - le pregunté yo a Tom.

Ninguno de los dos respondió, ambos bajaron la mirada casi llorando y esperaron a que nos fuéramos de allí.

- Eh, no seáis maleducados.
- Yo no soy maleducado. - respondió Tom - Eso eres tú, que me has llamado gordo.
- No te equivoques, sólo he dicho que te gusta comer, bola de sebo.
- ¡No le insultes! - gritó a su manera el otro.
- Si no paras de ladrar, tito Harry no te dará la galletita.

Empecé a reír de forma escandalosa mientras los dos amigos aprovecharon para salir corriendo. Al parecer nos íbamos a divertir muchísimos con aquellos dos...

Fin Flashback

Así fue como empezó todo.
Por aquella época yo me dedicaba a insultar a todos los niños de mi clase...me metía con ellos sin motivo alguno y aunque no era consciente, les hacía daño.

Es cierto que Tom estaba rellenito y que Dougie no es un nombre muy común, pero...¿en qué pensábamos Harry y yo para tratarlos así? No teníamos ningún motivo, pero seguimos haciéndolo día a día. Cada semana, cada mes...e incluso cada año.

Sí, pasaron los años y seguíamos metiéndonos con ellos.
El resto nos daba igual, sólo acosábamos a Tom y a Dougie, supongo que eran los más cobardes y eso nos hacía sentir mejor.
Pero un día, siete años después (es decir, el año pasado), Harry cambió repentinamente y dejó de ser "el matón". Yo decidí seguir siendo gilipollas...

Flashback

Habían pasado siete años desde que Tom y Dougie entraron en el colegio, así que ahora yo tenía quince y Harry dieciséis; pero nuestra actitud frente a ellos no había cambiado.
Tom seguía siendo un empollón con demasiada panza, y Dougie un freak demasiado bajito. Era imposible contener los comentarios y las bromas, imposible.

- ¿Sabes de lo que me he enterado? - me sonrió Harry - Nuestros amiguitos son fanáticos de Star Wars.
- No jodas. ¿La peli de las espaditas láser y del "yo soy tu padre"? - reí fuerte.
- Exacto.

No hizo falta decir más, ya teníamos qué hacer.
Habían pasado bastantes años, nuestra mentalidad no era la misma y ya no hacíamos cosas como quitarles el bocadillo; esta vez un simple folio era más que suficiente.
Juntamos dos folios y escribimos bien grande: "STAR WARS, QUE LOS FRIKIS OS ACOMPAÑEN". Seguidamente, lo colocamos con fiso en sus taquillas y ¡tará! Travesura realizada.

- Tío, cada día somos mejores. - susurré.
- Sin duda...

Nos quedamos de pie esperando, queríamos ver la reacción de ambos, iba a ser un momento épico.
La gente que pasaba por el pasillo leía el folio y comenzaba a partirse, todos sabían que esas taquillas pertenecían a Tom y a Dougie; todos se reían de ellos gracias a nosotros.

- Tom... - escuché decir muy bajito al otro rubio.
- Capullos...
- No aguanto más, es un infierno.
- Ya queda menos para que acabemos Doug, podemos aguantar...
- ¡Llevas siete años diciéndome eso! - gritó harto.

Harry y yo los mirábamos desde nuestro escondite, parecían un matrimonio en plena crisis.
Dougie gritaba sin importarle que la gente le mirara, decía todo el rato que no podía ni un día más, que se sentía cada vez peor. Mientras, Tom intentaba tranquilizarlo, pero no lo conseguía.

- Vamos a reírnos de cerca. - me propuso mi amigo.

Yo asentí y nos dirigimos hasta ellos como si nada.
Tom nos miró asustado, como hacía siempre, y Dougie, al darse cuenta de su mirada, se giró para saber qué pasaba. En ese momento el mundo se paró.
Su mirada no expresaba miedo, expresaba rabia. Era como si toda su cobardía se hubiera marchado.

- ¿Qué pasa, discutiendo parejita? - rió Harry.
- ¿Tienes complejo porque nunca has conseguido que Lindsay te eche cuenta y te dedicas a inventar parejas?
- Dougie, qué haces...
- Déjame Tom, estoy harto. - dijo enfadado - Lleváis siete jodidos años usándonos como muñecos, dejándonos psicológicamente echos mierda...¡y ya está bien!
- Mira, yo no tengo la culpa de que te tomes a mal las bromas. - contestó Harry.

El pequeño rubio abrió muchísimo los ojos, cosa que me hizo bastante gracia.
Comencé a reír y al poco tiempo mi amigo me siguió, pero ellos dos seguían totalmente serios e inmóviles.

- ¿Bromas? Era una broma cuando venías y me arrebatabas mis caramelos de menta. Era una broma cuando pinchabas mi pelota de plástico...e incluso lo era cuando me cortabas un mechón de pelo. - dijo rápidamente - ¡Pero dejó de ser broma hace mucho! ¿No te das cuenta de los que sois?
- ¿Qué somos, listo?
- Dos gilipollas envidiosos que se dedican a acosar a los demás porque no pueden con sus complejos. ¿Por qué no os aceptáis a vosotros mismos y ya luego os metéis con los demás?

No sabría decir quién estaba más perplejo, si Harry y yo, o su propio amigo.
Dougie había hablado en diez minutos más que en toda su vida. Y aunque yo no sufrí ningún cambio después de esa insignificante charla, al parecer para Harry fue un gran toque de atención...

Fin Flashback

Desde esa charla, Harry empezó a distanciarse de mí y se hizo amigo de ellos dos. ¡De Tom y de Dougie! ¿Existía algo más ridículo? Sí, yo mismo.
Dejé de acosarles públicamente porque estaban con Harry, que a pesar de todo era mi amigo, pero Tom no pudo librarse de mí.

Todos los días a la salida me iba detrás suya y le insultaba hasta que se ponía a llorar.
Un chaval con dieciséis años (uno más que yo) llorando...me parecía tan ridículo que el siguiente paso era pegarle. Digamos que era algo automático, siempre lo mismo. Todos los días, a la misma hora...hasta que llegó el verano y decidí que pararía. No quería pasar más días solo sin Harry...quería a mi amigo de vuelta.

El curso comenzó bastante bien, Harry se sorprendió de mi cambio de mentalidad y aunque les costó bastante, Tom y Dougie decidieron perdonarme y me integraron en el grupo. ¿No suena absurdo? Harry, Tom, Dougie y yo siendo amigos. Con lo mal que me porté...en aquel momento me dio coraje que fueran tan buenas personas, me sentí una mierda.
Todo fue genial hasta ayer.

¿Que qué pasó ayer?
Muy simple: Tom se suicidó.
¿Que por qué?
Por un gilipollas como yo.

Cory llegó nuevo a clase el mes pasado, y nada más verlo lo supe: nos haría la vida imposible. Se encasquetó en nosotros cuatro y nos jodía cada día, como Harry y yo hicimos años atrás con Tom y Dougie. Ahí fue cuando empecé a entenderlos y me pregunté cómo aguantaron...

Dougie se quejaba, decía que no estaba dispuesto a pasar por lo mismo, que no aguantaría; Harry repetía una y otra vez que no entendía cómo podíamos haber sido así nosotros, que vaya par de cabrones; yo simplemente me quejaba de los golpes que me daba Cory. Y después estaba Tom, que era el único que nos animaba a seguir. El único que no se quejaba...por eso ésto nos pilló por sorpresa.

Ayer se suicidó dejando una sucia nota:
"Lo siento...de verdad que lo siento por vosotros, pero no puedo más.
Sabéis perfectamente lo que es vivir así. Sobre todo tú, Doug, llevamos mucho tiempo sufriendo ésto y yo no estoy dispuesto a seguir soportándolo.
Espero que de alguna forma paréis a Cory...hasta siempre"

Y ahora no puedo evitar sentirme la peor persona del mundo.
¿Qué habría pasado si yo no hubiera empezado con todo? Si yo nunca hubiera acosado a Tom, ¿se habría suicidado? Probablemente no...no puedo parar de pensarlo. Yo podría haberlo evitado...

Lo único bueno de todo es que Cory no nos va a molestar más, estoy seguro. Y si nos molesta, me da exactamente igual.
No me importa lo que me hagan, estoy vacío. Porque después de todo, Tom era uno de mis mejores amigos, y que haya optado por la opción más cobarde lo ha cambiado absolutamente todo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Enfadarse no es tan malo.

A "petición" de Erika, que puso un comentario diciendo que quería que subiera el Junes +18...aquí está.
Debo confesar que me sentí sucia cuando lo escribí (hace unos meses) y me siento sucia ahora. Sí, soy tonta, pero es que a mí escribir cosas de estas se me da mal y no me hace mucho tilín...pero bueno, aquí está.
Acepto flores/ladrillos. *Comentarios, comentarios* ¡Vemo con Nemo!

Llevamos varias horas en casa de Tom, y comienzo a estar cansado.
Hoy es el típico Domingo de amigos sagrado en el que hacemos cosas juntos. Si no fuera porque me negué, también iríamos juntos a mear.

Tom está en la cocina preparando algo de comer mientras Harry y Dougie se ríen en el sofá.
Sonrisas y más sonrisas. Estúpidos chistes que solo ellos dos entienden. Estúpido Pudd que me jode la vida.
No es que esté celoso ni nada de eso, para nada. Es simplemente que Dougie ha dejado de quererme, y eso me duele. Me duele mucho.

Puedo ver a Tom sonriendo desde el pasillo con un plato lleno de tortitas.
Tom es feliz siempre, pase lo que pase. Su sonrisa está pintada con permanente y nunca se borrará.

- Tortitas para todos. - dice.

Harry coge dos; una para él y otra para el enano.
Yo cojo dos; una para mí y otra para mí.
Y Tom..Tom nos mira como si fuéramos cerdos mientras llama a alguien.
Al cabo de unos cinco minutos vuelve encontrándose el plato vacío y nos dice:

- Chicos, me voy. He quedado con Gio y...Dougie, - dice captando su atención - está con Frankie...¿te vienes?

- ¡Claro! - responde.

- Pues perfecto. Os dejamos solos, no me mancheis nada y que no se os olvide mimar a Marvin. - nos dice a Haz y a mí amenazante.

Harry y yo respondemos al unísono y los dos rubios del grupo salen de la casa.
Ahora es cuando yo no sé qué hacer; si tirarme por un balcón o chamuscarme en la chimenea. Probablemente ninguna de las dos cosas: Tom ni tiene balcón, ni tiene chimenea. Es un fracaso de casa, no hay ayudas para suicidarse.

- Bueno... - dice Harry rompiendo el hielo - ¿Quieres hacer algo en especial?

Pienso bastante y llego a la conclusión de que no me gusta hacer nada con Harry, nada.
Nunca hemos tenido conexión, no la vamos a tener ahora.

- No sé...hablemos.

- ¿De qué? - pregunta extrañado.

- De Dougie.

Veo cómo frunce el ceño y pone una mueca desagradable.

- ¿Por qué crees que es solo tuyo? No dejas que esté con Tom ni conmigo.

- ¿Perdón? Mira Danny, si quieres pelea vete a la calle y enfréntate a cualquier borracho. A mí déjame.

Se levanta cabreado pero le cojo del brazo, no pienso dejar que se vaya dejándome así.

- Sólo te he hecho una pregunta. - le digo.

- Sí, una pregunta totalmente absurda. Yo no le prohibo nada. Me prefiere a mí antes que a ti, asúmelo.

Uno, dos, tres..y hasta diez.
Contaría si tuviera paciencia, pero no la tengo.
Comienzo a gritar palabras sin sentido y oraciones inconexas mientras Harry hace lo mismo.

- ¡Que te jodan! - me grita.

Y en este momento el tiempo se para y mi cabeza se satura.
¿Me podría explicar alguien por qué en estos instantes veo a Harry jodidamente sexy?
Me muerdo el labio e intento contestarle, pero no me sale nada.

- Vete a la mierda. - murmuro.

Harry se acerca enfadado, y realmente pienso que me va a pegar.
Me acorrala contra la pared, empiezo a tener miedo y a la vez empiezo a excitarme.
Sí, increíble. Están a punto de estamparme y yo me empalmo. Soy inteligente, claro que sí.

- Vuelve a decirlo, vamos. - me incita.

- Que te vayas a la mierda.

Cierro los ojos esperando el golpe, pero no llega.
Cuando los abro puedo ver cada brazo suyo a un lado de mi cabeza y nuestras caras demasiado cerca.

- Una vez más. - dice.

- Vete a la mierda, pesado.

Y lo hace.
No me pega un puñetazo, pero me besa.
Juro por lo más sagrado que ahora mismo me está besando.
Bruto, con fuerza, sin tener la más mínima delicadeza. Pero me está besando, y me gusta.

- ¿Qué haces? - digo apartándolo.

- Seamos claros, me pones enfadado.

Mis ojos se abren como platos y su sonrisa se vuelve burlona.
Vuelve a acercarse y me roba otro beso. Y otro. Y otro más.

- Y por lo que veo, yo a ti tampoco te disgusto mucho... - dice riendo.

Yo sonrío y me avalanzo a él besándole con fuerza, mordiendo su labio inferior.
Le quiero hacer daño, que vea que no es superior, que no lleva el control en ésto.

Harry me separa y se quita la camiseta rápidamente, dejándome con la boca abierta.
Puedo ver su pecho inflándose con fuerza, y lo mejor de todo, puedo tocarlo.

- Vamos, es para hoy. - dice sacándome de mi empanamiento.

Asiento e intento quitarme la mía, pero no puedo.
Señal de que estoy nervioso, y Jones nunca está nervioso.
Haz sonríe y me arranca la camiseta, textualmente.
Nada de delicadezas, nada de cosas bonitas...eso no existe.

Ahora estamos en igualdad de condiciones, y aunque no me puedo quejar, quiero más.
Estoy demasiado excitado como para quedarnos media hora con los pantalones puestos, y Harry se ha dado cuenta de ello.

- Shh... - me susurra al oído - todo a su paso Dan, todo a su paso.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y siento que tengo electricidad.
Harry es sexy. Harry me pone. Harry no para de besar mi cuello.
Lo recorre de arriba a abajo dejando rastros de saliva en él, por lo que probablemente mañana la gente piense que estuve con una chica que me dejó marca.
Vuelve hacia arriba y me roba otro beso. Y yo sólo puedo decirle:

- Besas genial.

Y me siento idiota, pero me da igual.
Él se ríe y vuelve a mi cuello. Besos, chupetones, mordiscos. De todo un poco. Felicidad por mi parte, excitación por la suya.

Empiezo a pensar que debo hacer algo, pero mi cuerpo no responde. Estoy totalmente entregado a Harry, le dejo hacer lo que quiera.
Ahora mismo está bajando por mi pecho, se dirige al pezón izquierdo.
Lo chupa, lo muerde. Y aunque quiero gemir, no lo hago. Harry no va a ganar esta partida, ni en broma.

Le agarro el pelo y me muerdo el labio con fuerza. Me voy a hacer sangre, pero no me importa.
Él sigue lamiendo con entusiasmo y vuelve a morder más fuerte.

- Ah...

Mierda mierda y mierda.
Juro que se me ha escapado. Ha mordido demasiado fuerte y no he podido aguantar. Pero a Harry le ha gustado, porque sonríe pícaramente y sigue con el otro pezón.
Podría morir de felicidad en este preciso instante.
Comienzo a entender por qué llaman a Harry el Dios del sexo y todavía no hemos hecho nada.

- Danny, - dice fingiendo un gemido - ¿te gusta?

Yo me limito a asentir y decido que es mi momento.
Le cojo del mentón y hago que me mire. Sus ojos están brillantes y su mirada deja ver la excitación desde lejos.

- Bésame. - le medio suplico.

Harry me hace caso y me besa como al principio, bruscamente.
Yo sonrío en sus labios y acaricio su espalda haciendo que se estremezca.

- Y ahora... - le digo - me toca.

Veo que separa sus labios para hablar, pero le callo con otro beso mucho más profundo.
Su lengua y la mía en una gran batalla que no tiene ganador.
Pasión, lujuría, sexo. Ésto es increíble.

Seguimos besándonos mientras le dirijo hacia el sofá, es hora de usarlo.
Cuando estamos en el borde le empujo provocando que caiga boca arriba con los brazos abiertos, dejándome su cuerpo a toda disposición.

- ¿Preparado? - le pregunto.

- No lo dudes.

Y esas tres palabras me estimulan como un coche de carreras puede estimular a un niño pequeño.
Me siento a horcajadas encima de él, sonriendo como nunca antes le he sonreído a un tío.
Harry me gusta, me gusta mucho.

Comienzo a besarle el cuello, como él ha hecho anteriormente conmigo.
Subo, bajo. Reparto besos y lametones por todas las partes posibles y llego hasta su oreja. Sé que es su punto débil, me lo ha dicho miles de veces.
Le muerdo el lóbulo y arquea la espalda, le gusta y eso hace que yo siga su ejemplo. Me quedo un rato en su oreja hasta que él gime, ya he conseguido mi propósito.
Le robo un beso y voy bajando. Lento, muy lento. Tan lento que si yo fuera él me suplicaría que fuera más rápido, pero eso Harry no lo hace. Su orgullo masculino no le deja.

Lamo un pezón, y el otro.
Doy besos por todas partes y decido que si no quiero correrme ya, es hora de seguir bajando. Dejo saliva por todo su pecho y me quedo estancado en su ombligo, una pequeña línea y llego a la parte más sensible.
Bajo mi lengua y la paso por encima del elástico de sus bóxers, Harry gime.
Me río y me quito de encima suya, es hora de apartar los pantalones. Le desabrocho el cinturón y veo cómo traga saliva. ¿Asustado? ¿Excitado? Yo diría que una mezcla de los dos.

Cuando por fin tiro sus pantalones al suelo, decido deshacerme de los míos. Tengo prisa y no quiero perder más tiempo.
Vuelvo al sofá y me siento encima de él, igual que antes.
Nuestros miembros se rozan y Harry gime más fuerte de lo que me esperaba. Yo haría lo mismo, pero sé controlarme. Aunque el hecho de que una fina tela esté separando nuestra excitación sea muy morboso, tengo que aguantar.

- Joder - le digo - Creo que alguien aquí está muy necesitado.

- Pues serás tú pecoso, yo follo todos los días. - responde riendo.

Sonrío y Harry aprovecha para cambiar posiciones.
Ahora soy yo el que está abajo, es él quién tiene el control.
Vuelve a su maniobra de los besos y mientras lame con fuerza mi cuello, baja una mano hasta mi parte más preciada.

Y así, sin previo aviso, la mete dentro de mis bóxers.
Yo me estremezco y sin quererlo, gimo bastante fuerte.

- ¿Estás seguro de que soy yo el necesitado? - pregunta vacilante.

Aprieta con fuerza y gimo más fuerte aún.
Harry ríe, a Harry todo le hace mucha gracia.

- S-s-s-sí. - digo con voz ronca.

Él niega con la cabeza y sigue tocándome.
Siento que estoy en el cielo, o probablemente más allá. Y cuando creo que nada puede ser más excitante, Harry para de besarme y baja su cabeza.

No creo que vaya a hacer eso, no lo creo hasta que veo que baja mis bóxers y comienza a chupar sin ningún tipo de apuro.

- Ahhhh...joder...

No me gusta que vea que está ganando, pero es demasiado difícil no emitir ningún sonido.
Levanto la cabeza y puedo ver la suya moverse lentamente.
Arriba, abajo, arriba, abajo.
Que alguien le diga que pare o me corro. Que alguien se lo diga, yo no puedo.

- Ha-ha-harry... - digo entre gemidos - Para.

No me hace caso y sigue a lo suyo, ahora mucho más rápido, mucho mejor.
Se ayuda con sus manos y eso hace que me estremezca aún más.
Afirmo que no hay nada más jodidamente perfecto que tener a Harry así ahora mismo, lo prometo.

Se lo saca entero y me mira con sonrisa burlona.
No va a parar, no me va a hacer caso. Puedo leerlo en su mirada.

- ¿Estás seguro de que quieres que pare? - me pregunta.

- Ssssí.

- Vale, espera medio minuto y paro.

Y sin borrar esa estúpida sonrisa, pasa toda su lengua por mi glande de forma superficial. Mi piel se eriza, mi mente se pone en blanco y aferro mis manos a su pelo.

- Voy enserio...¡joder!

Y por más que suplico Harry no para, porque sabe que me gusta demasiado. Él lo sabe todo en este tema. Porque sí, como ya he dicho antes, Harry es el Dios del sexo.
Vuelve a metérselo entero en la boca y vuelve a robarme otro gran grito de placer.
Cuando mi gemido para, Harry se lo saca y me mira con una enorme sonrisa.

- Conseguido. - susurra.

Yo respiro profundamente y como si fuera por arte de magia, recupero toda la energía.
Quiero hacer algo, no soporto sentirme un cero a la izquierda. Y menos en el tema de la cama.

- Me toca, ¿no crees? - le pregunto.

Harry se encoge de hombros y yo ataco su boca.
Un beso, lenguas, saliva. Mezcla de sabores.
Y bajar hasta llegar a su miembro, que está tan excitado que parece que está pidiendo a gritos salir de ahí.

Me acerco al oído de Harry mientras introduzco mi mano derecha y lo rozo.
Harry gime, Harry siente placer.

- Tranquilo... - le susurro en la oreja - Papi ha venido a salvarte.

Noto que mis palabras le ponen aún más, y eso hace que me sienta con todo el control.
Ahora Harry está en mis manos, y no pienso ser nada delicado.

Le quito la última prenda y aquí estamos, desnudos uno frente a otro.
He visto a Harry mil veces desnudo, pero nunca mirándolo de esta forma. Nunca teniendo su miembro en mi mano y nunca deseando que fuera mío. Nunca.

Comienzo a tocar con miedo, nunca he hecho ésto y él parece tener experiencia.
Ríe, así que llego a la conclusión de que no lo estoy haciendo del todo bien. Pienso en mí y en mis encerronas en el baño. No debe de ser tan difícil, si lo hago con el mío, ¿por qué con el suyo no?

Respiro hondo y sigo tocándolo, ahora con más fuerza.
Aprieto al principio haciendo que Harry deje escapar un suspiro y aflojo el resto del camino, cosa que le hace gemir. Sí, ahora sí lo estoy haciendo bien.

- Danny... - dice bajito - Por favor, juro que me...aaaah...corro...

Paro de lamer y decido hacerle caso, no soy tan malo como él. Aparte tengo ganas de sentirlo dentro, por mucho miedo que me de.
Me levanto y le doy un beso, haciendo que pruebe su propio sabor.

- Espera. - dice separándose de mí.

Asiento y veo que se va corriendo hacia el piso de arriba.
Y pienso: ¿qué cojones estoy haciendo? Me estoy liando con un tío, y ese tío se llama Harry. Y para colmo es uno de mis mejores amigos. Muy bien Dan, muy bien.

Escucho sus pasos apresurados y lo decido: tengo que parar.
El problema es que ver a Harry desnudo con un condón en la mano y una sonrisa perfecta no ayuda a negarse, no ayuda para nada.

- ¿Estás listo? - me pregunta enseñando la precaución.

- Ni se pregunta. - le respondo.

Él sonríe y se avalanza sobre mí besándome con seguridad.
Vuelvo a estar abajo, vuelvo a ser el dominado.
Harry comienza a moverse y nuestros miembros se rozan.
Hola, acabo de conocer la sensación más orgásmica del mundo.
Seguimos rozándonos un rato mientras los gemidos invaden el salón, y Harry decide que es el momento.

- Vamos, no aguanto más. - me dice.

Yo asiento y sigo sus instrucciones.
Me pongo a cuatro patas mientras Harry se coloca el condón.
Y tengo miedo, mucho miedo. Nunca he hecho ésto y estoy seguro de que duele demasiado. Y lo mejor es que me da igual, porque quiero hacerlo.

Harry me acaricia la espalda con una mano mientras con la otra coge mi miembro. La mezcla de excitación y miedo es explosiva.
Respiro hondo y espero.
Siento su punta en mi entrada y me doy cuenta de que va a ir directo, sin preparación. Otro escalofrío me recorre.

- Si te hago daño dímelo, pararé.

Yo asiento, aunque sé que no lo haré, ni en broma.
Haz respira y entra poco a poco, despacio.
Yo grito, me duele, me duele mucho.
Me agarro al cojín que tengo enfrente y Harry me abraza por encima dándome seguridad. Recorre toda mi espalda con besos y embiste despacio.

Dolor. Miedo. Placer. Ansia. Todo junto.
Escucho a Harry gritar y eso me excita más; comienzo a pillarle el gusto a todo ésto.

- Harry... - digo entre gemidos - Más rápido, por favor.

Me hace caso y comienza a embestir más rápido, quizás demasiado. Puedo comprobar en cada embestida que tiene ganas, porque está empezando a pillar una velocidad increíble.
Una embestida más. Y otra, y otra.
Y siento que me voy a morir en este instante, pero no me importa morirme de esta manera.

- Ahhhh...me voy a venir...

- ¡Joder! - grita Harry - Aguanta un poco y lo hacemos juntos.

Le regalo un gemido como respuesta y aguanto el máximo posible hasta venirnos juntos.
Pondría la mano en el fuego de que nuestro orgasmo se ha escuchado en toda la calle. Y también pondría la mano en el fuego y diría que éste ha sido el mejor polvo de mi vida. Sí, con un tío. Sí, con Harry.

Cuando por fin su cuerpo para de temblar, sale de mí y un último suspiro escapa de mi garganta.
Me doy la vuelta y me quedo tirado en el sofá mirando al techo, recuperando un ritmo de respiración normal.
A los pocos segundos, Harry se tumba encima mía. Me da un beso, quizás el menos brusco de todos y me susurra:

- Jones, espero que sepas a quién acudir cuando estés falto de cariño.

- Tengo muy claro a quién llamaré. - le respondo riendo.

- Eso espero. - dice mordiéndome la oreja - Ah, y ésto a nadie. Como digas algo te la corto.

- No harás eso. Si lo haces, ¿quién te hará disfrutar la próxima vez?

- Tienes razón.

Ambos sonreímos y nos quedamos ahí, pegados.
Cuerpo con cuerpo. Sudor con sudor. Sustancia con sustancia.
Qué más da si ahora llega Tom y nos echa la bronca por manchar su sofá, lo que ha pasado es algo que supera el límite del placer y la felicidad.

Y pensar que todo ésto ha sido gracias a Dougie...ahora quiero al enano un poquito más.

jueves, 13 de octubre de 2011

Lonesome tonight.

¡Hola muggles!
Cuánto tiempo, ¿verdad? Jo, llevo 9483593489 años sin escribir y...bueno, el otro día escribí este OS porque no me salía nada del fic de Cassie. (Matadme, pero es que llevo una racha...mejor no hablar)
El caso es que está desde el POV de Danny, es una mierda enorme y espero que no me tiréis muchos tomates porque ayer cené ensalada.
Os quiero y eso.
(Para los que no sepáis la canción, os dejo una cover. ¿Por qué cover? Porque me ha hecho gracia la chavala. xDDDD) http://www.youtube.com/watch?v=ghZN97d7EF0


¿Sabías que una persona tiene la capacidad de romper a otra en mil pedazos y que sólo le hacen falta segundos para conseguirlo?

Si toda tu ciudad sabe el color de tus ojos, la mitad de tu continente la forma en la que llevas el pelo y medio mundo sabe tu nombre completo, eres famoso. Y cuando eres famoso, estás obligado a ser lo que el resto de personas quieren que seas.

Cuando eres más que un simple humano desconocido para el resto de la sociedad, las cosas cambian.
No puedes salir de casa un Domingo de resaca a tirar la basura en pijama; no puedes irte a un pub gay para 'ver qué depara la noche'...y mucho menos, puedes mostrarte borracho o fumado. A no ser que sea ese el personaje que te han asignado, claro.

En el caso de Tom, una foto en la que salga con un botellín de cerveza, puede provocar tres días enteros de tweets en los que la gente se pregunta si "el bueno de Tom" se está dejando llevar por las malas influencias. ¿Y quiénes son las malas influencias? Principalmente yo, y secundariamente Dougie. Después está Harry, que tiene el personaje más absurdo que he visto en años.

Harry es un tío gracioso, pero a la vez serio y reservado. Listo y cabeza loca, la mezcla explosiva. Harry es así delante y detrás de las cámaras.
Porque el personaje de Harry no existe, es simplemente él.
Y supongo que por eso Harry lo tiene todo. ¿No tener que fingir significa ser perfecto? Bah, eso no importa ahora.

Volviendo a las malas influencias y dejando de lado a Dougie, cuando empezamos con el grupo se me asignó el personaje más divertido, o por lo menos eso pensaba yo al principio. ¿Quién no quiere ser el sexy mujeriego que se emborracha noche sí y noche también? Yo quería.

Y ahora, en este preciso instante, mientras escribo ésto, me doy cuenta de que no quiero. Me doy cuenta de que ese personaje se ha convertido en algo más que "Danny Jones el cantante y guitarrista de McFLY", porque también es "Danny" a secas.
La pregunta es: ¿cuándo dejé de fingir y me convertí en lo que quieren que sea?

No lo sé, o puede que sí pero no quiero admitirlo.
Puede que no sea lo suficientemente fuerte como para sacar todo fuera, o que nunca haya estado preparado para ser mundialmente conocido. Puede que mi lugar estuviera en Bolton, donde todos me conocían por 'Daniel el pecoso'; e incluso puede que si me siguieran conociendo por ese nombre, no me sentiría tan solo esta noche.

... Are you lonesome tonight, do you miss me tonight? Are you sorry we drifted apart? ...

¿Y queréis saber el motivo de todo? ¿El por qué me conformo con ser un simple rompecorazones? Por amor.

Siempre he pensado que el amor no existe, que es producto de la imaginación de esos escritores fracasados que lo usan como tema único en sus poesías. Porque, si nadie puede definirlo, ¿cómo sabemos que es real?
Es como cuando alguien te dice que le gusta el tacto suave de las nubes, ¿pero acaso las has tocado?

Hace un tiempo me di cuenta de que el amor no puede describirse porque no hay palabras suficientes para ello.
Es una mezcla de todas las sensaciones buenas y de todas las malas, con una pizca de las regulares. Te puede llevar a lo más alto, mantenerte y cuando estés en tu estado máximo, tirarte sin ningún apuro. Algo así como una bomba de relojería.

Y cuando esa bomba explota, sólo puedes aferrarte a los pequeños trozos que deja: los recuerdos.
Memorias del momento en el que estuviste arriba, tocando las nubes, comprobando que son suaves para luego poder contárselo al resto del mundo.

... Does your memory stray to a brighter sunny day, when I kissed you and called you sweetheart? ...

Me di cuenta de que estaba enamorado cuando mis ojos comenzaron a mirar de otra forma.
Cuando un "buenos días" significaba una sonrisa para el resto de la tarde y un "buenas noches" significaba ver a esa persona al día siguiente. Cuando sus manías se convirtieron en mis obsesiones y sus virtudes en mis defectos. Cuando no deseaba nada más que estar a su lado.

También me di cuenta cuando vi que no era correspondido y decidí volcarme en la bebida para así superarlo.
¿Funcionó? No, nunca funciona. El alcohol sólo servía para llorar sin tener que dar motivos, para que todos dijeran "está borracho y no sabe lo que hace"; aunque sí lo sabía. Tenía muy claro que el haber bebido no ocultaba lo que sentía...y es que, ¿cómo es eso de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad? Deberíamos de empezar a creerlo.

... Do the chairs in your parlor seem empty and bare? Do you gaze at your doorstep and picture me there? ...

Y ahora quiero llamarte, para decírtelo, para que puedas ver que no soy el tío asqueroso y desesperado que todos creen.

Un pitido, dos, tres...cuelgo.
Llamo otra vez.
Un pitido, dos, tres, cuatro...cuelgo.
No soy un cobarde, vuelvo a llamar.
Un pitido, dos...y tu voz.

- ¿Danny? Siento no haberlo cogido, estaba en el baño.
- ¿Puedes venir a casa?
- ¿Pasa algo?
- Tú sólo ven...por favor.

Cuelgo, cuelgo sabiendo que en cinco minutos, cuando estés tocando al timbre, me habré arrepentido de haberte hecho venir.
¿Y si el mundo tiene razón y debo seguir siendo quién quieren que sea? ¿Para qué cambiar a 'Danny Jones' por 'Danny'? Te habré hecho venir y ni si quiera me atreveré a decirte que te echo de menos.

... Is your heart filled with pain, shall I come back again? Tell me dear, are you lonesome tonight? ...

Por eso cuando escucho el "din don" procedente del otro lado de la puerta, me asusto.
Nadie nos prepara para combatir a los miedos, nadie nos regala una guía para enfrentarnos al amor no correspondido...es más, nadie nos ayuda en nada. Y yo siempre necesite a alguien, ¿podrías ser tú?

- ¡Eh! - exclamas - ¿Estás bien? Parecías preocupado...
- Sólo...yo...¿crees que Danny Jones puede enamorarse?
- ¿Q-q-qué?
- Eso, ¿lo crees?
- Todo el mundo puede enamorarse, Dan.
- No he dicho Dan, he dicho Danny Jones. - repito - ¿Puede o no?

Asientes no muy convencido.
¿Puedo decir que tienes miedo? Supongo que resulta demasiado extraño ver a alguien como yo, que supuestamente no tiene ninguna neurona, plateando cosas de forma filosófica.

Por eso voy a repetir la pregunta una vez más, y la voy a repetir confesándolo todo.
Debería de tener miedo por si huyes, o simplemente por si te lo tomas como una de mis famosas bromas...pero lo siento, dicen que sólo hay una vida, tengo que aprovecharla y lanzarme al vacío sin saber lo que me espera.

... I wonder if you're lonesome tonight...You know someone said that the world's a stage
and each must play a part ...

- ¿Puede Danny Jones enamorarse de un amigo? - susurro - ¿Puede?
- Me-me estás asustando...¿por qué no te sientas y hablamos?
- Claro que puede. Danny puede enamorarse de Tom, ¿lo sabías? Danny está totalmente autorizado para hacerlo.

Sé lo que he hecho, sé que me he cavado mi propia tumba, tus ojos lo dicen.
El momento en el que los has abierto tanto que parecían dos enormes platos, me he dado cuenta de que aun estando abajo, tirado y echo mierda, puedes caer más hondo.

- ¿Qué estás diciendo? - preguntas medio asustado.
- ¿Tan raro es quererte?
- Yo...tengo que irme.

¿Así, sin más? ¿Te vas a ir sin al menos decir 'lo siento'?
Sí, lo haces...te veo desaparecer por la puerta en este preciso instante, y no sabes cuánto duele.
Porque se supone que tú eras el maduro, el que sabía cómo reaccionar ante todo...y resulta que no eres más que un cobarde. Podríamos cambiarnos los personajes, ¿sabes? Ahora tú puedes ser el rompecorazones y yo el estúpido que llora como si fuera una jodida princesita a la que no le dan su corona.

Y...duele.

And if you won't come back to me, then make them bring the curtain down.

martes, 6 de septiembre de 2011

Bipolar. Parte tres.

Hola de nuevo bichitos de luz. (?)
Aquí tenéis la tercera parte...no esperéis amor ni nada de eso, porque como ya os dije no es un Pones en los que se derrocha purpurina. ¡Espero que os guste y comentad, jo!


Es extraña la forma en la que tu vida da un giro de ciento ochenta grados.

Desde aquella extraña conversación con Dougie, no había vuelto a pisar su casa. Jazzie decía que no era necesario cuidarlo, que yo tenía razón y que era mayorcito para hacerlo él solo.

Una parte de mí hizo la mayor fiesta del año, pero a la otra, le extrañó.
Tenía razón en todo, eso era obvio, pero el hecho de que mi novia cambiara de opinión de esa forma tan repentina me daba que pensar.

- ¿Por qué no vamos a tu casa a ver una peli? - pregunté.

- Eh..¿a mi casa? N-no creo que sea buena idea...

- Jazz, ¿qué coño pasa en tu casa? Parece que tengo prohibido entrar o algo.

- No pasa nada, sólo estamos teniendo algunos problemas con mi hermano...

Tras mucho preguntar, lo único que saqué fue que 'Dougie estaba mal'.
¿Acaso no había estado mal todo el tiempo? Ese chico tenía un problema en la cabeza...era arrogante e idiota, nunca estaba bien.

- Te lo explicaré algún día, ¿vale? - intentó convencerme.

- ¿Algún día cuándo?

- Alguno que no sea hoy, me tengo que ir.

Un beso de menos de dos segundos y mi novia corría hacia su casa.
Odiaba que la gente de mi alrededor me escondiera las cosas, y más si esas cosas me incumbían a mí. Dougie no me importaba lo más mínimo, pero gracias a su problema, Jazzie y yo nos estábamos distanciando.

- Estúpido niñato...

- Perdone, ¿quiere algo? - susurró alguien desde atrás.

Me giré y vi a un señor de mediana edad, con gafas redondas (que creo que sacó del siglo pasado), un bigote un tanto abundante y un traje elegante. Uno de los hombres más graciosos que he visto nunca. Y de los más ridículos...

- ¿Por qué voy a querer algo?

- Supongo que si ha venido aquí es por algo. - respondió - ¿O no busca nada en concreto?

No entendí nada de lo que me decía hasta que miré dónde estaba: una librería.
Por qué estaba allí, no tenía ni idea; qué buscaba...tampoco. Mi subconsciente era muy raro cuando quería.

- Eh...no, no, sólo quería mirar.

El señor se fue con una media sonrisa y me puse a mirar los libros para quedar bien. Pasé por todas las calles, miré todas las estanterías e intenté comprender por qué a la gente le gustaba leer, pero no lo conseguí.
Cuando me cansé de dar vueltas me dispuse a salir, pero algo me hizo ir hasta el dependiente (o dueño, porque allí no había nadie más) y preguntarle.

- Perdone. - llamé la atención del señor - Busco un libro.

- ¿Cuál?

- Memorias de Idhún.



Me llevé más de tres meses sin salir de casa, pero a Jazzie no parecía importarle. No me llamaba, ni si quiera me pedía perdón por dejarme plantado...se limitaba a mandarme algún que otro mensaje en el que me decía que quedaríamos al día siguiente.

Hasta que me harté (o hasta que me quedé sin entretenimiento), y fui a su casa para ver qué estaba pasando. ¿Lo primero que me encontré? La policía. Al parecer sí que estaba pasando algo serio...

- ¿Qué hacen aquí? - pregunté corriendo cuando vi a Jazzie.

- ¡Danny! No deberías de haber venido...

- Jazz, eres mi novia...¿por qué no me dejas ayudarte?

Se encogió de hombros y se tiró a mis brazos, donde yo la recibí sin ningún reparo.
En esos momentos me dio bastante pena...no paraba de llorar en mi pecho y eso no hacía más que ponerme más nervioso. Había pasado algo grave, eso era obvio, pero no podía imaginar el qué.

- ¿Qué hacen aquí? - volví a preguntar.

- Han venido por Dougie.

- ¿Qué? ¿Tu hermano es un ladrón o algo así? - pregunté bromeando.

- No tiene ninguna gracia Danny, no hables sin saber.

No me dejó responderle porque se fue enfadada con su madre.
Ambas lloraban mientras los policías decían algo que no llegaba a escuchar y se iban. Dougie no estaba por ninguna parte, pero la luz de su habitación estaba encendida.

- Hola Sam...¿puedo pasar?

Ella asintió sin tan si quiera mirarme y Jazzie ignoró por completo mi presencia. No entendí por qué se quedaban fuera...los policías se habían ido y ya no era necesario estar ahí, ¿qué pasaba y por qué nadie me lo contaba?

Subí decidido las escaleras y me encontré al pequeño bicho repelente en su postura habitual. Mirada hacia la ventana, piernas cruzadas...y esta vez una venda en la muñeca.

- ¿Me puedes explicar qué está pasando?

- ¿Me dices tú por qué eres tan feo? - esperó unos segundos - No, no me lo dices.

- No creo que sea momento de hacer bromas...

- ¿Quién ha dicho que es una broma?

Respiré hondo varias veces sin moverme del sitio y decidí comenzar a hablar.
Quería dejarle claro que si tenía un problema con el resto del mundo, no era mi culpa. Probablemente yo fuera la única persona que accedería a pedirle perdón así como así...es más, seguro que era la única persona que accedía a hablar con él.

- Yo no tengo la culpa de que seas antisocial. - le dije - Eso es cosa tuya.

- ¿Cosa mía? Claro, la gente nunca hace nada...siempre es Dougie.

- ¿Quién si no? Si no te tragan será por algo, digo yo.

- Sí, por ser como soy físicamente. Ni si quiera se han parado a decirme hola, así que no hables tan rápido. - contestó - Adiós.

Entendí que quería estar solo, o más bien, que no me quería con él. Aún así decidí no irme, tenía muchas preguntas en la cabeza y sabía que él era quien iba a respondérmelas.

- ¿Piensas mirarme? - pregunté.

- ¿Para qué? Estoy mejor viendo las nubes.

- Está bien...¿y me cuentas qué hace la policía aquí?

- ¡Déjame en paz! - gritó - ¡Deja de meterte en mi vida y vete a follar con mi hermana!

Confieso que esa reacción me sorprendió demasiado. No sabía que alguien tan pequeño era capaz de chillar tanto...
Al parecer debía irme, nadie me quería en esa casa y tampoco confiaban en contarme qué pasaba así que...era momento de volver.

- Una cosa. - me giré antes de irme - ¿Eres un asesino?

- ¿Qué? ¡Pero tú eres gilipollas! Deja de ver películas, anormal.

- Vale vale, tranquilo. Sólo era para comprobar una cosa.

Bufó esperando a que me fuera y cumplí su deseo.
Salí de la casa con un simple adiós al que nadie contestó y me tiré todo el camino pensando en la situación. No conseguía encontrarle ninguna explicación, y encima Dougie no me había mirado a los ojos...por lo que no podía leer lo que sentía.



Una semana. Había pasado una maldita semana desde que los policías estuvieron en esa casa. Y desde entonces, no había ido ni había visto a Jazzie.
Me preguntaba diariamente qué estaba pasando por allí, pero en cierto modo me daba miedo volver. ¿Qué podría encontrarme esta vez?

- ¿Jazzie? - contesté al teléfono.

- Danny...¿qué tal va todo?

- Eh...bien, supongo. - respondí - ¿Por allí?

- Regular. Me gustaría que vinieras, quiero contarte lo que pasó...

Ni si quiera contesté; colgué y me fui corriendo a su casa.
No sabía por qué ahora sí quería contármelo, pero tampoco me interesaba. Yo sólo necesitaba saber qué era lo que le pasaba a Dougie, necesitaba que Jazz y yo volviéramos a estar como antes.

- ¡Has venido! - exclamó - Como me has colgado pensaba que...

- Vamos dentro y cuéntame.

Asintió extrañada por mi interés y nos sentamos en su sofá con dos tazas de café en nuestras manos.
El ambiente estaba cargado, era incómodo estar así con ella...a pesar de conocerla como si hubiéramos estado toda la vida juntos, me parecía tener delante de mí a una Jazzie distinta. Su mirada era fría y débil, me recordaba a la de su hermano.

- Verás...recuerdas que estaba la policía, ¿no? - asentí - Dougie...mi hermano...él...

- ¿Qué hizo?

- Intentó suicidarse.

Abrí los ojos desmesuradamente, creo que me esperaba cualquier cosa menos eso.
¿Cómo podía tener un chaval de diecisiete años pensamientos suicidas? ¿Acaso no era consciente de que tenía una larga vida por delante?

- ¿Qué? Jazzie, yo creo que tu hermano...joder, tiene un problema gordo.

- ¿Me lo dices o me lo cuentas? - replicó molesta - Perdona, pero es que...hay algo más que no te he contado. Estos días un psicólogo ha estado viniendo a verlo; dice que...bueno, que Dougie es bipolar.

- ¡Venga ya! ¡Medio mundo lo es!

- No Danny, no bipolar de eso...bipolar de verdad, de tener esa enfermedad.

Mis músculos se tensaron.
No me imaginaba algo así...creo que estaban siendo demasiadas noticias fuertes en una sola mañana, no me daba tiempo de asimilarlas.

- Y quiero pedirte un favor. - me dijo suspirando.

- ¿Cuál?

- Que subas a hablar con él. Dan, sé que te parece una tontería...pero creo que al ser un desconocido puedes sacarle el por qué intentó suicidarse.

Tardé bastante en decidirme, y aunque me pareció la peor idea del mundo, acepté. Supongo que a pesar de todo, Dougie era el hermano de mi novia, así que en cierto modo me sentía obligado a ayudarle.

- Toc toc. - dije abriendo - ¿Puedo pasar?

- ¿Estamos en un concurso de preguntas estúpidas? No, no puedes.

- ¿Siempre eres así de simpático?

No me contestó ni me miró, se limitó a mirar por su adorada ventana y se tapó las piernas con una pequeña manta azul.

- ¿Por qué lo hiciste?

- ¿Sigues picado porque me comí tus hamburguesas?

- Me refiero a eso. - señalé su muñeca - Sé lo que pasó.

- No tienes ni idea, así que deja de molestar.

Suspiré conteniendo mi ira y me senté en la cama bastante alejado de él.
Ya no tenía las vendas, pero al ver que me había quedado observando lo que se había hecho, escondió sus manos debajo de la manta.

- ¿Sabes? Me leí el libro que me dijiste...bueno, los tres.

- ¿De verdad? - preguntó mirándome - Vaya...

- Quería saber quién era ese tal Kirtash.

Hizo un leve movimiento de cabeza y desvió de nuevo su mirada.
El silencio era muy molesto, podía escuchar su respiración lenta y tranquila, y eso hacía que yo me pusiera nervioso.

- ¿Y qué piensas? - preguntó por fin.

- Que si no eres un asesino, no sé por qué piensas que eres como él.

- Bueno, él no es sólo un asesino...

- No creo que seas tan malo como él.

- No me conoces. - replicó - Y tampoco quieres hacerlo.

Sus palabras me molestaron. Daba por hecho que yo no quería conocerle (cosa cierta), cuando era él quien no me dejaba acercarme ni intentar ser amable. Sí que era cierto lo de su enfermedad...

- Quizás porque no me dejas. - le dije - Mira, sé que tienes un problema, al igual que sé que te caigo mal pero...¡yo no te he hecho nada!

- ¿Y entonces quién tiene la culpa de que me quisiera suicidar?

- ¿Qué? ¡Y yo qué sé!

Estaba alucinando, al parecer ahora yo era el culpable de que el chaval saliera rarito y se quisiera morir tan pronto.
Miré sus ojos para ver si estaba bromeando, pero iba totalmente en serio. Me estaba culpando indirectamente de algo muy grave, y eso no era justo.

- Yo-no-te-he-hecho-nada. - sentencié - Si te sientes mal porque la gente no te habla, ¿qué tengo yo que ver?

- Nada, tú nunca tienes nada que ver...tú vives en tu propio mundo de tetas y gominolas.

- ¿Pero tú de qué vas? Tío, me tienes harto. Intento controlarme porque no quiero hacer las cosas más difíciles para tu familia ¿sabes? Pero no te mereces nada.

- ¿No te pica la curiosidad de por qué dije que soy como Kirtash? - preguntó mirándome fijamente.

Me callé unos segundos mientras apreciaba el color de sus ojos. Eran bonitos, una mezcla entre gris y azul...y con algunos tonos verdes alrededor. El problema estaba en lo que esos ojos expresaban: odio, desprecio, asco...¿tristeza? Nada bueno hacia mí.

- Supongo...

- Si te has leído la historia sabrás que él estaba enamorado, ¿no? - asentí - ¿Y qué pasó?

- Pues...no sé, el chaval no era precisamente bueno y se enamoró de la persona equivocada. Creo.

- Exacto. ¿Sabes lo que es enamorarte de alguien a quien no puedes pertenecer? - me encogí de hombros - ¿Verlo diariamente y saber que es imposible que sienta lo mismo?

Me limitaba a escuchar en silencio, Dougie estaba escupiendo sus palabras y en parte se estaba sincerando conmigo. Pensé que sería mucho mejor quedarme callado hasta que me contara sus problemas...y no me equivoqué.

- ¿Lo sabes, Danny?

- Bueno...yo tengo a tu hermana desde hace mucho tiempo...ya sabes. - respondí - Pero supongo que es duro...¿eso te pasa?

- ¿Tú qué crees? Es que...joder, soy gilipollas. Vete.

- ¿Qué? ¡No! Dougie, estabas contándome lo que te pasa...quiero saberlo. - le miré - ¿No podemos ser amigos?

- ¡No, yo no quiero que seamos sólo eso!

Su grito resonó por toda la casa, o por lo menos eso me pareció a mí.
O me estaba volviendo loco, o eso significaba que la persona de la que estaba enamorado...¿era yo? ¿Danny Jones, el novio de su hermana? ¿Entonces Dougie era gay? No...había malinterpretado las palabras.

- N-no te entiendo...

- Sí que lo haces, pero no quieres entenderme. - replicó serio - No preguntes por qué, ¿vale? No lo sé. Y sí, soy homosexual. Y nadie lo sabe porque a nadie le interesa, ya que nadie se preocupa por entablar una relación mínima conmigo.

- Yo lo intenté y me trataste como si fuera la última mierda.

- ¡Me gustas y eres el novio de mi hermana! Ella te quiere, supongo que tú también a ella y...¡joder, duele! - gritó - Duele veros como para encima tener que llevarme bien contigo. ¡Reaccioné así porque pensaba que dolería menos!

- ¿Y lo hace?

No sé por qué lo pregunté, supongo que estaba demasiado asombrado por la confesión y necesitaba saber sus sentimientos con todo detalle.

- No, no ayuda en absoluto.

- Tú...¿lo de la muñeca te lo has hecho por mí? - pregunté asustado - Dougie...yo...entiéndeme, n-n-no me gustan los chicos y...

- No fue por ti, quita esa cara de haber visto a un fantasma. Fue por cómo me siento con todo en general, pensé que era la única salida.

- No lo es, hay muchas cosas por hacer y...si no te comportaras como lo haces conmigo, estoy seguro de que puedes tener muchos amigos.

- Lo siento, de verdad. - me miró medio llorando - No quería joderte...¡la estúpida enfermedad no ayuda! A veces soy idiota sin quererlo...simplemente me sale así.

Asentí intentando sonreírle y agachó su cabeza a la vez que sus hombros temblaban.
No era nuevo en ésto, y estaba más que claro que estaba llorando. Nunca se me dieron bien esas situaciones, odiaba ver a la gente llorar porque me costaba reaccionar, pero lo único que se me ocurrió hacer fue abrazarle.

- No llores ¿vale? - le susurré - Tienes una madre y una hermana que te quieren mucho...ser bipolar no es tan malo, es algo que se puede superar. Y si quieres yo puedo ayudarte.

No me contestó con palabras, pero me apretó más fuerte contra su cuerpo.
Ahí me di cuenta de que el problema fundamental de Dougie no era ser un pollito antisocial ni ser bipolar, era que necesitaba cariño. Por mucho que a veces lo neguemos, todos lo necesitamos.

La vida no está hecha para vivirla en soledad, si no para compartir todos los momentos con otra persona. Puede ser con tus amigos, con tu familia...con tu pareja; puede ser con tu mascota. Lo único que tengo muy claro, es que no puede ser solo. Pero eso a Dougie no le pasaría, ahora yo estaba ahí y pensaba ayudarle en todo y protegerle de todos. ¿Por qué no darle una oportunidad para ser amigos?

Bipolar. Parte dos.

Pues eso...parte dos, la tres la subiré pronto también. Ya que lo tengo escrito y que nadie me lee..(a excepción de tres personas, gracias :3) pues subo rápido. Hope you like it!


¿Nunca te ha pasado que de repente algo que odias se convierte en tu adicción?

Llevo más de un mes jugando a ser el canguro de un chaval que tiene un año menos que yo. Hasta ahí, nada tiene sentido.
La peor parte llega, cuando ese chaval no soporta ni que lo mires. Llega a ser tan incómodo que me dan ganas de tirarme por el balcón, pero no es que sea muy alto.

- ¡Danny! - me gritó mi novia sacándome de mis pensamientos.

- ¿Qué, qué pasa?

- Mi tía ha tenido un accidente y voy a ir con mi madre al hospital...¿puedes...

- No, no no no. Ni en broma, es que ni aunque me den dinero. - contesté rápido - No pongas ojitos Jazz, no pienso pasarme Dios sabe cuántas horas con tu hermano. No.

Me llevé negando su petición más de diez minutos, y aunque empezaba a estar cansado no iba a rendirme.
¿Quedarme con eso? No, no estaba dispuesto. Esta vez ni polvo ni nada, ya podía hacer lo que quisiera que no iba a convencerme.

- Vamos Dann...no será mucho tiempo. - me dijo remolona - Por favor...

- He dicho no.

- Cuando vuelva tendremos tiempo para nosotros...de verdad. - se acercó a mi oído y susurró - Podremos hacer todo lo que quieras.

Probablemente ya os lo hayáis imaginado, pero sí, accedí.
La última frase hizo que algo (cuya situación geográfica está debajo de mis calzoncillos), se despertara. No pude evitarlo y pronuncié la palabra maldita: sí.

Gracias a la gran capacidad de pensamiento que tiene mi miembro viril, tuve que aguantar al adorado hermano de mi novia; y para colmo, era la hora de la comida.
No tengo nada en contra de comer en compañía (aunque la compañía sea una mierda), pero Sam había dejado caer alguna vez que Dougie era muy especial comiendo.

- ¿Qué quieres comer? - pregunté entrando en su cuarto sin llamar.

Dougie no me contestó, y por primera vez, no fue por ignorancia.
Estaba en la misma posición que el día en que lo conocí, pero esta vez con la cabeza escondida entra las piernas. ¿Le pasaría algo? No me importaba, yo sólo quería saber qué iba a comer.

- Eh, tú. - le di varios golpecitos en el hombro.

- ¿No sabes llamar a la puerta o qué?

- ¿Acaso te habrías enterado con esa mierda?

- La música no es mierda. - dijo muy serio.

- Créeme, lo sé.

- Pues no lo parece. Ahora, ¿qué quieres?

- Que bajes a la cocina y me ayudes a hacer de comer.

Salí del cuarto dando un fuerte portazo y bajé bastante molesto.
¿Pues no lo parece? ¿Quién era él para decir lo que parece o no? ¿Quién era para juzgarme? Ah sí, un niñato mal criado que se creía lo mejor del mundo.

Eso era lo que más me molestaba de él, su ego.
Entre todas las personas con personalidades detestables que había conocido en mis dieciocho años de vida, él se llevaba el premio a la peor.

- Arrogante, idiota, pesado, borde... - susurré mientras sacaba una cerveza - ¡Y siempre a la defensiva el muy anormal!

- Yo no estoy a la defensiva.

Me giré aún siendo obvio quién era la persona que me había dicho eso y arqueé una ceja como muestra de no estar de acuerdo.
Puede que mi cabeza no estuviera muy bien organizada, pero había algunas cosas de las que estaba totalmente seguro; y una de ellas, era que Dougie actuaba conmigo a la defensiva.

- No, qué va.

- ¿Puedo darte un consejo? - siguió sin echar cuenta a mi negación - Deja de creer que uno de tus idiomas es el sarcasmo, se te da fatal.

Le lancé una mirada de odio y conté hasta diez mentalmente.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10..¿y si mejor contaba hasta cien? A lo mejor al terminar de contar Jazzie ya estaba de vuelta y yo podía ser libre como una mariposa.

- Te pregunto por última vez: ¿qué quieres comer?

- Me apetece una pizza. - respondió rápido - Pero no hay.

- Pues dime otra cosa.

- No, quiero pizza.

- Yo quiero salir de esta casa, y mira cómo vamos. - repliqué.

- Puedes irte eh, no vendrá el coco.

Por un momento me planteé esa opción, pero la imagen de mi novia diciéndome cosas al oído hizo que me quedara sin pensarlo demasiado.
Dougie era un coñazo, un inmaduro, un imbécil...era muchas cosas, pero no me iba a arruinar mi vida sexual.

- Prefiero quedarme. Ya sabes, por si acaso. - bufó - Voy a comer hamburguesas..¿vas a querer o esperas que el coco te traiga la pizza?

- Espero a que me la traiga. ¿Cuándo vas a ir a por ella?

- ¿Qué? - abrí los ojos a la vez que levantaba ambas manos - Sigue soñando si piensas que voy a ir a por una pizza para ti...es que ni de coña.

- Como quieras, mi hermana no estará muy contenta cuando sepa que me he muerto de hambre.

Cinco minutos después, me encontraba saliendo por la puerta en busca de la pizzería más cercana.
La situación comenzaba a parecerme realmente absurda, me estaba dejando manipular por alguien que hablaba como si tuviera diez años menos. Estaba permitiendo que él ganara, y eso no era posible.

Estuve más de una hora en la calle, muerto de hambre y de frío, esperando a que esa estúpida pizza que Dougie me había pedido se hiciera. ¿Desde cuándo dejan a los clientes esperando en la ventanita esa fuera? Cosas denunciables que nos rodean en el día a día y que a mí me ponen nervioso.

- He vuelto. - anuncié mirándolo.

- Genial.

- Aquí tienes tu pizza especial con mucho pimiento, poco queso y lo justo de tomate. - se la puse en la mesa - ¿Puedo comer ya?

- Claro, no hay nada que te lo impida, ¿no?

Su tono. Su maldito tono de voz.
Esa forma de contestar sarcásticamente siempre que hablaba conmigo o de vacilarme en cualquier tema, sin importar si llevaba razón o no. Creo que mi odio hacia Dougie es totalmente comprensible.

Fui a la cocina en busca de las hamburguesas que había dejado en el microondas, y cuando lo abrí no había nada.
Mi plato, el plato en el que había dos trozos de carne protegidos por esos panes con pipas en la parte de arriba, no estaba. Mi comida NO estaba. ¿Me estaba gastando una broma o mis hamburguesas se habían puesto la capa de invisibilidad?

- ¿Dónde está mi comida? - le dije serio.

- Tú sabrás, si eres despistado no es mi culpa. Eso a la peluca esa, que te deja más tonto...

- Dame-mi-comida. - ordené - Con la comida no se juega.

- Frase sabia, con la comida se come.

- ¡Que me la des!

- ¿Pretendes que vomite?

Me costó más segundos de lo normal pillar el por qué de su pregunta, pero en cuanto entendí que se había comido mi almuerzo, todo mi cuerpo se tensó.
Que conste que no me enfadé por no tener qué comer (que también), si no porque me había hecho recorrer más de tres calles en busca de esa asquerosa pizza que ni si quiera a él le gustaba sólo para joderme y comerse mis hamburguesas.

- ¿Me explicas de qué coño vas, Dougie? - pregunté acercándome.

- Tranquilízate, no es mi culpa que hayas tardado tanto...

- No me tranquilizo, porque me tienes hasta los huevos. ¿Ves normal que me haya llevado una hora en la calle para ésto? Dime si lo ves normal, por favor.

- Pues no sé, ¿tú qué piensas? Yo opino que las hamburguesas estaban muy ricas.

Esa frase hizo explotar a mi botón de autocontrol y me acerqué más de lo debido agarrándole con fuerza por la camiseta.
Le miré a los ojos intentando descifrar por qué, por qué tanto odio hacia una persona a la que no conocía de nada. Por qué tanto desprecio hacia mí.

- Hay más hamburguesas en la despensa.

- ¿No entiendes que me suda la polla comerme un trozo de carne? - le zarandeé - ¡Que me estás jodiendo los días desde que te conocí y sin motivo!

- Suéltame.

- ¿O qué? ¿Suéltame o qué?

- O me pongo a gritar. - me amenazó.

- Oh, te va a escuchar tanta gente que ni van a caber en la casa. - ironicé - Te recuerdo que tu hermana y tu madre están en el hospital. Lo que no sé es por qué no estás tú con ellas...¿no es tu tía? ¿También eres un sobrino de mierda y por eso no vas?

Era consciente de que mis palabras podían hacerle daño a una persona normal, pero estaba más que convencido de que a él no le afectaban lo más mínimo. Es más, pensaba que él ni escuchaba lo que le decía, pero me equivoqué.

Me di cuenta de que estaba equivocado cuando su mirada, aún clavada en mí, expresaba algo que no era odio, si no tristeza. Cuando el gris se empezó a rodear de pequeñas lágrimas y el labio le temblaba superficialmente. ¿Iba a llorar?

- Olvida eso. - me disculpé indirectamente soltándole.

- ¿Por qué, acaso no es la verdad?

- No lo sé, yo no te conozco. Lo he dicho porque pensaba que no te haría daño.

- Vaya, qué buena persona.

Me fui de nuevo a la cocina ignorando sus palabras y me apoyé en la encimera bastante agobiado.
¿Qué mierdas tenía ese niño en la cabeza? ¿Era feliz? ¿Se quería tanto como demostraba ante mí? Demasiadas preguntas, y en mi cabeza, ninguna tenía respuesta. Tampoco me interesaba encontrarlas.

Estaba harto.
Yo no tenía por qué cuidar, ayudar o lo que fuera a Dougie, no tenía. Nadie me ponía una pistola en la cabeza por ello, tampoco era de mi familia ni me importaba lo más mínimo. Por lo que...¿qué hacía allí?

- Que sepas que tú tampoco dominas el sarcasmo. - espeté antes de abrir la puerta - Si te da la gana, dile a tu hermana que me llame luego.



Por culpa de esa tarde, me cayó una bronca descomunal y dos días sin darle cuerda a mi cajita de música. (Sí, estamos hablando de mi soldado particular)
Jazzie se enfadó porque dejé a su hermano solo y no había cumplido la promesa de estar con él hasta que ella volviera.

- Lo siento. - le dije.

- Deja de pedir perdón Danny, sabes que ya está olvidado.

- Si estuviera olvidado no me obligarías a hacer ésto.

Estábamos a dos pasos de la habitación de su hermano, a la que yo debía de entrar con una gran sonrisa (por supuesto fingida) y pedir perdón. YO. A ÉL. Sin sentido, ¿verdad? Pero sí, lo iba a hacer. Porque sí, todo tenía su recompensa.

- No seas bruto y limítate a pedirle perdón. - me aconsejó Jazz tras besarme.

- ¿Quieres algo? - asentí - Supongo que te tengo que dejar pasar...

Dougie abrió la puerta no muy animado y entré sin tocar ni fijarme en nada.
Mi único objetivo en ese momento era hacer el ridículo para así poder darle de comer a mi pequeño amigo.

- Voy a ser breve. - le dije - Tu hermana me obliga a pedirte perdón, así que...lo siento.

- Gracias por tu perdón falso. ¿Quieres un pin de la Esteban? Los tengo personalizados.

- Muy gracioso. ¿Me disculpas o no?

- Claro que no. - respondió - Y ahora, te invito con toda mi bondad a girar el pomo de la puerta y salir. Gracias por su visita.

Cerré los puños enfadado.
No entendía cómo lo hacía, pero conseguía que me enfadara en menos de diez segundos con una simple frase. Era tan repelente...

- No me voy hasta que no me digas qué te pasa. - medio grité - ¡Tú tienes un problema tío! Y el problema es que juzgas a la gente sin conocerla, o por lo menos a mí. Por qué conmigo eres el antipático y cabrón, ¿eh? Que yo sepa no he hecho nada para caerte mal, pero claro, como tú eres el mejor pues...haces lo que te de la gana.

Esperé, esperé más de dos minutos a que me dijera algo.
Esperaba un grito, una broma de mal gusto e incluso un puñetazo en el ojo que hubiera sido tan nulo como intentar estornudar con los ojos abiertos.
Pero no dijo nada. Se sentó en la cama, cruzó las piernas al estilo indio y miró por la ventana, como hacía siempre.

Esta vez sus ojos volvían a expresar tristeza, miedo...desengaño.
Se podía apreciar en cada capa de color un sentimiento distinto, pero ninguno era bueno. No podía entender esos cambios...eran demasiado raros.
Como no le vi con ánimo de contestar, me dirigí hacia la puerta, y cuando estaba a punto de salir, su voz llamó mi atención:

- ¿Has leído alguna vez Memorias de Idhún?

- No. - respondí girándome.

- Pues aunque no me entiendas, yo sería como Kirtash.

Volvió su mirada para la ventana y no tuve más remedio que salir sin comprender una sola palabra.
Aunque cuando vi a Jazzie eso dejó de preocuparme, la agarré de la cintura acercándola bruscamente hacia mí y empezó la diversión.