sábado, 12 de noviembre de 2011

Real World.

¡Hola luciérnagas!
Bueno, tengo la primera parte de una gran mierda de pequeña historia que escribí el otro día y si os digo la verdad, no pensaba subirla hasta tener la segunda parte, pero @Carmen_Happines me ha dicho que si iba a subir algo y bueh...here I am.
Es desde el POV de un personaje femenino y nada, espero que os guste.
¡Comentad, no seáis malos! D:

Todos hemos escuchado alguna vez una canción en la que el cantante nos dice que el físico no importa; segundos después hemos visto que su novia es modelo.
Todos hemos sido advertidos de que hay que ser uno mismo y no hay que tener miedo a mostrar los defectos; minutos después hemos sido rechazados.
A todos nos han dicho "el interior es lo que importa", sabiendo perfectamente que eso no es cierto.

Y es que, ¿a quién le importa si sabes escuchar o dar buen consejo? ¿Quién tiene en cuenta lo que realmente vales? Nadie.
Soy Samantha Parker, tengo diecisiete años y me he mudado tres veces; lo que me da derecho a conocer perfectamente el comportamiento de las personas ante algo nuevo.

La primera vez que me mudé fue con doce años. Mis padres querían salir del pequeño pueblo en el que vivíamos y nos fuimos a Bristol. (Que tampoco es que fuera tan grande, pero bueno)
En mi primer día de instituto recibí aproximadamente diez miradas de asco, y mejor no hablar de los cuchicheos. ¿Sabéis lo que es que todo el mundo te mire como si vinieras de otro planeta?

La segunda, fue dos años más tarde, cuando por motivos de trabajo, nos fuimos a Londres. Reconozco que me hizo ilusión...salir de aquel instituto no me vendría mal, y encima Londres, el sitio más famoso de toda Inglaterra.
Aunque allí las cosas tampoco eran muy diferentes.
No es que la gente me mirara mal, es que directamente no me miraba. Y creedme, siempre es mejor caer mal, que no caer; si no caes, es que eres totalmente invisible.

Mi última mudanza ha sido hace unas dos semanas.
En estos tres años han pasado cosas como la separación de mis padres, lo que ha llevado a que mi madre y yo estemos aquí, en Bolton.
No es un sitio tan bonito y grande como Londres, pero dicen que es bastante acogedor. Yo no estoy tan de acuerdo...

***
Como cada mañana, mi despertador suena al ritmo de A Day To Remember y no tardo mucho en tirarlo al suelo. ¿Por qué existen estos cacharros? ¿No podía despertarnos un ángel mediante susurros? Seguro que mi humor sería bastante diferente.

Me toma una hora ducharme, vestirme, desayunar y salir de casa camino al instituto. A pesar de que Bolton no sea un gran pueblo, al parecer mi madre quiso mandarme al instituto más lejano y todos los días tengo que coger el tren, cosa que no me hace ninguna gracia.

La estación siempre está repleta de gente, y me agobian ese tipo de sitios en los que respirar se convierte en un reto. Lo peor de todo es que las personas se conocen entre ellas, charlan mientras esperan su tren...o incluso se montan en el mismo. Y después estoy yo, la única sola y totalmente desconocida para los demás. ¿Cambiará eso algún día?

Me dirijo hacia el primer sitio libre que veo y me siento esperando mi tren.
Hoy he llegado dos minutos más tarde y el directo se ha ido, así que tengo que montarme en el que va parando cada diez minutos. A este paso no doy clase...

- Genial Sam, si es que eres muy lista... - susurro para mí misma.
- Perdona, ¿me has dicho algo?

Miro a la derecha buscando a la persona que acaba de hablarme y me encuentro con un chico de más o menos mi edad, quizás un poco mayor.
Tiene el pelo rizado, es moreno y sus ojos de color azul cielo. Está repleto de pecas y su sonrisa parece deslumbrar toda la estación.

- Eh...no, hablaba sola. - río nerviosa.
- Ah, guay. Soy Danny.
- Yo Samantha, pero puedes llamarme Sam.

Asiente aún sonriendo y creo notar que me sonrojo un poco.
En el poco tiempo que llevo aquí, la gente no ha sido muy agradable. Todos se conocen, tienen un grupo cerrado de amigos y no integran demasiado a la gente nueva.

- ¿Eres de por aquí? Nunca te he visto. - me dice.
- No. Sí, más o menos...me he mudado hace poco.
- ¿Desde dónde?
- Londres.
- ¿Te has venido desde Londres a este apartado pueblo? - se sorprende - Tú estás loca.

Estoy a punto de contestarle cuando el tren para frente a nosotros.
A pesar de que las puertas acaban de abrirse y de que tengo que darme prisa, me quedo sentada esperando a que él se levante. Decepción que me llevo cuando me doy cuenta de que ese no es su tren.

- Me-me tengo que ir.
- ¿Nos veremos mañana? - pregunta - ¡Quiero saber por qué estás en Bolton!
- Claro.

Me despido con una tímida sonrisa y entro corriendo. Dos segundos más y pierdo dos trenes en un mismo día.
Tras comprobar que todos los asientos están ocupados, me quedo de pie mirando al frente. Hay un grupo de chicos que están en mi instituto, y aunque las ganas de acercarme a hablar con ellos no me faltan, el miedo a ser rechazada gana.
Creo que prefiero pensar en el chico pecoso cuyo nombre es Danny.

***
El idiota de Danny lleva cinco minutos de retraso.
Desde el día en el que nos conocimos accidentalmente, me presento en la estación a la misma hora y en el mismo sitio. Nos quedamos hablando hasta que llega mi tren y así todos los días.
Es como una especie de cita diaria...o por lo menos a mí me gusta llamarlo de esa forma.

- ¡Sam! - exclama exhausto - Joder, casi me muero.
- ¿Y eso?
- Se me han pegado las sábanas, ya sabes.

Sonrío y se sienta a mi lado.
Me mira unos segundos sin decir nada y poco después saca una cámara del bolsillo pequeño de su mochila.

- Tengo que enseñarte algo.

Asiento intentando ocultar mi emoción (cosa que creo que no funciona) y espero pacientemente mientras él busca la foto que quiere mostrarme.
La encuentra y me tiende la cámara con una sonrisa enorme.

- Es ella. - dice.

Mi sonrisa desaparece automáticamente y fijo mi vista en la foto.
Ahí está él, con el polo azul que hace conjunto con sus ojos y una sonrisa espléndida. A su lado, ella; la chica de sus sueños.

Cuando Danny y yo comenzamos a tener un poco más de confianza, me contó que le gustaba una chica de su clase. Me la describió millones de veces sin saltarse ningún detalle y me prometió que algún día me enseñaría una foto. Y aquí la tengo.

- Wow...es guapísima.

Él asiente sonriendo y yo intento no mostrar mi decepción.
La chica de la foto parece estar creada por y para él. Es blanca de piel, aunque sin exagerar; pelo castaño claro y ojos verdes. Sin olvidar su recta y blanca sonrisa...¿quién quiere más?

- Ayer estuvimos haciéndonos fotos en clase y...bueno, eso. - comenta - Aproveché para cumplir mi promesa y que así la vieras.
- Hacéis una pareja preciosa.
- ¿Enserio? ¡Gracias! - ríe - ¿Tú qué tal con el chico ese que me dijiste?

Me sonrojo y trago saliva inventando una respuesta lo más lógica posible.
"El chico que le dije" no existe, pero era eso o admitir que el chico por el que realmente puedo sentir algo es él.

- Bah...
- Respuesta incorrecta.
- Ya te he dicho que es inalcanzable. - contesto nerviosa - Tiene novia, ¿vale?
- ¿Y qué? Los enamorados estamos para robar novios.
- ¿Qué? ¡Eso no ha tenido sentido alguno!
- Pero al menos he conseguido que sonrías.

Me quedo embobada mirando el brillo de sus ojos y sonrío de medio lado.
Danny es una de esas personas que todo el mundo quiere para un día en el que la autoestima no te acompaña. Sabe qué decir y hacer para que tu ánimo suba aunque sea un poco.

- Creo que te tienes que ir. - me dice de repente.
- ¿Me estás echando?
- No, boba, tu tren está ya aquí.
- ¡Hasta mañana entonces!

Me da un beso en la mejilla y como cada día gracias a él, entro en el tren con una gran sonrisa.

***
Al igual que hace tres días, Danny se retrasa, y lo peor de todo es que me alegro.
Últimamente de lo único que hablamos es de Caroline (la chica que le gusta), y no es un tema muy agradable para mí. Puede llevarse horas y horas contándome lo perfecta que es...cosa que no soporto.

Cojo mi iPod y pongo la canción más triste que encuentro.
A veces me pregunto por qué los humanos somos tan sumamente gilipollas. ¿Cuál es la explicación de que siempre que estamos tristes pongamos canciones que sabemos que nos dejan por los suelos? E aquí nuestro sentido de la lógica...inexistente.

Estoy concentrada en la balada que retumba en mis oídos cuando alguien me da dos golpecitos en el hombro.
Me quito los auriculares y me giro, pudiendo comprobar que como pensaba, el de los golpecitos había sido Danny. Sorpresa la mía cuando veo que no está solo.

- Sam, tengo que presentarte a Caroline. - dice contento - Caroline...Sam, una buena amiga.

Le doy dos besos y ella me enseña esa magnífica sonrisa.
No puedo estar mucho más tiempo con ellos porque el tren (muy oportuno) ha llegado. Por una parte quiero quedarme allí, vigilar cada paso, analizar cada mirada...saber si ella siente lo mismo. Por otro, le estaré eternamente agradecida a este tren por haber llegado justo ahora.

***
"Sam, una buena amiga"
Llevo todo el fin de semana con esa frase resonando en mi cabeza. ¿Una buena amiga? ¿Quién se conforma con ser eso? Yo no.
Cuando conocí a Danny estaba feliz de poder hablar con alguien en Bolton, de ver que no todo el mundo me iba a tratar como una bolsa de basura o a ignorar como a una piedra. Conforme el tiempo fue pasando, me di cuenta de que Danny era especial. Y teníamos tantas cosas en común...

Ahora estoy totalmente segura de que me gusta; e incluso sería capaz de admitir de que soy una tonta enamorada. ¿Por qué no podía gustarme el chico popular al que todas quieren? Por lo menos con ese ni hablo...

Me levanto a por mi botella de agua y paso por el espejo del pasillo.
No suelo pararme, pero hoy me apetece hacerlo. ¿Tan evidente es que un chico como Danny nunca se podría fijar en mí? Mi pelo es largo, pero rizado; mis ojos grandes, pero marrones; mi sonrisa es blanca, pero con alguna que otra imperfección. Y mi cuerpo no puede considerarse bonito, así que, ¿cómo pude tan si quiera imaginar que algún día estaríamos juntos? Sería demasiado absurdo, atípico, imposible.

Por eso no creo en las canciones de amor ni en los cuentos de hadas.
Nos crean ilusiones, nos hacen pensar que cada uno, siendo como es, podrá conseguir a la persona que quiera. Nos enseñan a ser nosotros mismos y es cierto, en los cuentos la tímida y pobre criada siempre se convierte en princesa y consigue que su príncipe la quiera. Pero, ¿enserio podemos creernos que eso pasa en la vida real?
En la vida real, lo máximo que podrás llegar a conseguir siendo tú mismo será ser "una buena amiga".

5 comentarios:

  1. ME ENCANTA, en serio estoy enamorada de tu forma de escribir, joo espero que Sam y Danny acaben juntos
    sigue así que lo haces genial
    muchos besos tocaya :D

    ResponderEliminar
  2. Quieromasquieromasquieromasquieromasssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  3. Me encanta en serio,escribes muy bien,ojala pudiese escribir como tú :)
    Me he sentido identificada con las cosas que has dicho al principio,es verdad...siempre dicen que lo importante es el interior pero luego es en lo que menos se fijan, se fijan más en el exterior xD
    Bueno...sube pronto :-P

    ResponderEliminar
  4. que bonito y que identificada me siento...
    genial!

    ResponderEliminar
  5. asdjfkadsjfañlsdfjasñkdlf
    Quiero ya la parte 2, que estoy un siglo esperandola XD
    y ya estamos en vacaciones! asi que... escribe mucho XD
    Pero sin presión, lo siento pero esque estoy impaciente por la continuación de todos tus fics

    ResponderEliminar