sábado, 12 de noviembre de 2011

Real World.

¡Hola luciérnagas!
Bueno, tengo la primera parte de una gran mierda de pequeña historia que escribí el otro día y si os digo la verdad, no pensaba subirla hasta tener la segunda parte, pero @Carmen_Happines me ha dicho que si iba a subir algo y bueh...here I am.
Es desde el POV de un personaje femenino y nada, espero que os guste.
¡Comentad, no seáis malos! D:

Todos hemos escuchado alguna vez una canción en la que el cantante nos dice que el físico no importa; segundos después hemos visto que su novia es modelo.
Todos hemos sido advertidos de que hay que ser uno mismo y no hay que tener miedo a mostrar los defectos; minutos después hemos sido rechazados.
A todos nos han dicho "el interior es lo que importa", sabiendo perfectamente que eso no es cierto.

Y es que, ¿a quién le importa si sabes escuchar o dar buen consejo? ¿Quién tiene en cuenta lo que realmente vales? Nadie.
Soy Samantha Parker, tengo diecisiete años y me he mudado tres veces; lo que me da derecho a conocer perfectamente el comportamiento de las personas ante algo nuevo.

La primera vez que me mudé fue con doce años. Mis padres querían salir del pequeño pueblo en el que vivíamos y nos fuimos a Bristol. (Que tampoco es que fuera tan grande, pero bueno)
En mi primer día de instituto recibí aproximadamente diez miradas de asco, y mejor no hablar de los cuchicheos. ¿Sabéis lo que es que todo el mundo te mire como si vinieras de otro planeta?

La segunda, fue dos años más tarde, cuando por motivos de trabajo, nos fuimos a Londres. Reconozco que me hizo ilusión...salir de aquel instituto no me vendría mal, y encima Londres, el sitio más famoso de toda Inglaterra.
Aunque allí las cosas tampoco eran muy diferentes.
No es que la gente me mirara mal, es que directamente no me miraba. Y creedme, siempre es mejor caer mal, que no caer; si no caes, es que eres totalmente invisible.

Mi última mudanza ha sido hace unas dos semanas.
En estos tres años han pasado cosas como la separación de mis padres, lo que ha llevado a que mi madre y yo estemos aquí, en Bolton.
No es un sitio tan bonito y grande como Londres, pero dicen que es bastante acogedor. Yo no estoy tan de acuerdo...

***
Como cada mañana, mi despertador suena al ritmo de A Day To Remember y no tardo mucho en tirarlo al suelo. ¿Por qué existen estos cacharros? ¿No podía despertarnos un ángel mediante susurros? Seguro que mi humor sería bastante diferente.

Me toma una hora ducharme, vestirme, desayunar y salir de casa camino al instituto. A pesar de que Bolton no sea un gran pueblo, al parecer mi madre quiso mandarme al instituto más lejano y todos los días tengo que coger el tren, cosa que no me hace ninguna gracia.

La estación siempre está repleta de gente, y me agobian ese tipo de sitios en los que respirar se convierte en un reto. Lo peor de todo es que las personas se conocen entre ellas, charlan mientras esperan su tren...o incluso se montan en el mismo. Y después estoy yo, la única sola y totalmente desconocida para los demás. ¿Cambiará eso algún día?

Me dirijo hacia el primer sitio libre que veo y me siento esperando mi tren.
Hoy he llegado dos minutos más tarde y el directo se ha ido, así que tengo que montarme en el que va parando cada diez minutos. A este paso no doy clase...

- Genial Sam, si es que eres muy lista... - susurro para mí misma.
- Perdona, ¿me has dicho algo?

Miro a la derecha buscando a la persona que acaba de hablarme y me encuentro con un chico de más o menos mi edad, quizás un poco mayor.
Tiene el pelo rizado, es moreno y sus ojos de color azul cielo. Está repleto de pecas y su sonrisa parece deslumbrar toda la estación.

- Eh...no, hablaba sola. - río nerviosa.
- Ah, guay. Soy Danny.
- Yo Samantha, pero puedes llamarme Sam.

Asiente aún sonriendo y creo notar que me sonrojo un poco.
En el poco tiempo que llevo aquí, la gente no ha sido muy agradable. Todos se conocen, tienen un grupo cerrado de amigos y no integran demasiado a la gente nueva.

- ¿Eres de por aquí? Nunca te he visto. - me dice.
- No. Sí, más o menos...me he mudado hace poco.
- ¿Desde dónde?
- Londres.
- ¿Te has venido desde Londres a este apartado pueblo? - se sorprende - Tú estás loca.

Estoy a punto de contestarle cuando el tren para frente a nosotros.
A pesar de que las puertas acaban de abrirse y de que tengo que darme prisa, me quedo sentada esperando a que él se levante. Decepción que me llevo cuando me doy cuenta de que ese no es su tren.

- Me-me tengo que ir.
- ¿Nos veremos mañana? - pregunta - ¡Quiero saber por qué estás en Bolton!
- Claro.

Me despido con una tímida sonrisa y entro corriendo. Dos segundos más y pierdo dos trenes en un mismo día.
Tras comprobar que todos los asientos están ocupados, me quedo de pie mirando al frente. Hay un grupo de chicos que están en mi instituto, y aunque las ganas de acercarme a hablar con ellos no me faltan, el miedo a ser rechazada gana.
Creo que prefiero pensar en el chico pecoso cuyo nombre es Danny.

***
El idiota de Danny lleva cinco minutos de retraso.
Desde el día en el que nos conocimos accidentalmente, me presento en la estación a la misma hora y en el mismo sitio. Nos quedamos hablando hasta que llega mi tren y así todos los días.
Es como una especie de cita diaria...o por lo menos a mí me gusta llamarlo de esa forma.

- ¡Sam! - exclama exhausto - Joder, casi me muero.
- ¿Y eso?
- Se me han pegado las sábanas, ya sabes.

Sonrío y se sienta a mi lado.
Me mira unos segundos sin decir nada y poco después saca una cámara del bolsillo pequeño de su mochila.

- Tengo que enseñarte algo.

Asiento intentando ocultar mi emoción (cosa que creo que no funciona) y espero pacientemente mientras él busca la foto que quiere mostrarme.
La encuentra y me tiende la cámara con una sonrisa enorme.

- Es ella. - dice.

Mi sonrisa desaparece automáticamente y fijo mi vista en la foto.
Ahí está él, con el polo azul que hace conjunto con sus ojos y una sonrisa espléndida. A su lado, ella; la chica de sus sueños.

Cuando Danny y yo comenzamos a tener un poco más de confianza, me contó que le gustaba una chica de su clase. Me la describió millones de veces sin saltarse ningún detalle y me prometió que algún día me enseñaría una foto. Y aquí la tengo.

- Wow...es guapísima.

Él asiente sonriendo y yo intento no mostrar mi decepción.
La chica de la foto parece estar creada por y para él. Es blanca de piel, aunque sin exagerar; pelo castaño claro y ojos verdes. Sin olvidar su recta y blanca sonrisa...¿quién quiere más?

- Ayer estuvimos haciéndonos fotos en clase y...bueno, eso. - comenta - Aproveché para cumplir mi promesa y que así la vieras.
- Hacéis una pareja preciosa.
- ¿Enserio? ¡Gracias! - ríe - ¿Tú qué tal con el chico ese que me dijiste?

Me sonrojo y trago saliva inventando una respuesta lo más lógica posible.
"El chico que le dije" no existe, pero era eso o admitir que el chico por el que realmente puedo sentir algo es él.

- Bah...
- Respuesta incorrecta.
- Ya te he dicho que es inalcanzable. - contesto nerviosa - Tiene novia, ¿vale?
- ¿Y qué? Los enamorados estamos para robar novios.
- ¿Qué? ¡Eso no ha tenido sentido alguno!
- Pero al menos he conseguido que sonrías.

Me quedo embobada mirando el brillo de sus ojos y sonrío de medio lado.
Danny es una de esas personas que todo el mundo quiere para un día en el que la autoestima no te acompaña. Sabe qué decir y hacer para que tu ánimo suba aunque sea un poco.

- Creo que te tienes que ir. - me dice de repente.
- ¿Me estás echando?
- No, boba, tu tren está ya aquí.
- ¡Hasta mañana entonces!

Me da un beso en la mejilla y como cada día gracias a él, entro en el tren con una gran sonrisa.

***
Al igual que hace tres días, Danny se retrasa, y lo peor de todo es que me alegro.
Últimamente de lo único que hablamos es de Caroline (la chica que le gusta), y no es un tema muy agradable para mí. Puede llevarse horas y horas contándome lo perfecta que es...cosa que no soporto.

Cojo mi iPod y pongo la canción más triste que encuentro.
A veces me pregunto por qué los humanos somos tan sumamente gilipollas. ¿Cuál es la explicación de que siempre que estamos tristes pongamos canciones que sabemos que nos dejan por los suelos? E aquí nuestro sentido de la lógica...inexistente.

Estoy concentrada en la balada que retumba en mis oídos cuando alguien me da dos golpecitos en el hombro.
Me quito los auriculares y me giro, pudiendo comprobar que como pensaba, el de los golpecitos había sido Danny. Sorpresa la mía cuando veo que no está solo.

- Sam, tengo que presentarte a Caroline. - dice contento - Caroline...Sam, una buena amiga.

Le doy dos besos y ella me enseña esa magnífica sonrisa.
No puedo estar mucho más tiempo con ellos porque el tren (muy oportuno) ha llegado. Por una parte quiero quedarme allí, vigilar cada paso, analizar cada mirada...saber si ella siente lo mismo. Por otro, le estaré eternamente agradecida a este tren por haber llegado justo ahora.

***
"Sam, una buena amiga"
Llevo todo el fin de semana con esa frase resonando en mi cabeza. ¿Una buena amiga? ¿Quién se conforma con ser eso? Yo no.
Cuando conocí a Danny estaba feliz de poder hablar con alguien en Bolton, de ver que no todo el mundo me iba a tratar como una bolsa de basura o a ignorar como a una piedra. Conforme el tiempo fue pasando, me di cuenta de que Danny era especial. Y teníamos tantas cosas en común...

Ahora estoy totalmente segura de que me gusta; e incluso sería capaz de admitir de que soy una tonta enamorada. ¿Por qué no podía gustarme el chico popular al que todas quieren? Por lo menos con ese ni hablo...

Me levanto a por mi botella de agua y paso por el espejo del pasillo.
No suelo pararme, pero hoy me apetece hacerlo. ¿Tan evidente es que un chico como Danny nunca se podría fijar en mí? Mi pelo es largo, pero rizado; mis ojos grandes, pero marrones; mi sonrisa es blanca, pero con alguna que otra imperfección. Y mi cuerpo no puede considerarse bonito, así que, ¿cómo pude tan si quiera imaginar que algún día estaríamos juntos? Sería demasiado absurdo, atípico, imposible.

Por eso no creo en las canciones de amor ni en los cuentos de hadas.
Nos crean ilusiones, nos hacen pensar que cada uno, siendo como es, podrá conseguir a la persona que quiera. Nos enseñan a ser nosotros mismos y es cierto, en los cuentos la tímida y pobre criada siempre se convierte en princesa y consigue que su príncipe la quiera. Pero, ¿enserio podemos creernos que eso pasa en la vida real?
En la vida real, lo máximo que podrás llegar a conseguir siendo tú mismo será ser "una buena amiga".

domingo, 6 de noviembre de 2011

Suicide.

Helloooooooooo!
He vuelto con un OS que acabo de escribir y que no es muy feliz ._.
Para que os hagáis una idea, lo he escrito por lo de la niña que se ha suicidado hace unas horas...no sé por qué, pero al enterarme, me ha entrado rabia y me han dado ganas de escribir ésto.
PD: POV Danny y un poco largo.
Dedicado a @brianvega97 @Marisa_Poynter @Cristhings @mcflycrazier @AndreaDebuten @itsmarinax, que son las que se han ofrecido a leerlo :'3 Hope you like it!

Yo era una de esas personas detestables a las que la mayoría de la sociedad quiere bajo tierra. Uno de esos niños que tiran piedras a las prostitutas y le quitan los bastones a las señoras mayores para que caigan al suelo. Uno de los que se ríen de la típica niña nueva cuyo cuerpo parece un palo.
En definitiva, un cabrón.

¿Lo peor de todo?
Que no nos damos cuenta de la importancia de las cosas hasta que no pasa algo que nos abre los ojos. ¿Cómo iba a saber un niño de mi edad que unas risas podían provocar tanto? ¿Eh? ¿Cómo debía yo saberlo?
No lo supe...hasta ayer.

Me llamo Danny Jones, y a día de hoy, tengo dieciséis años.
Nací en Bolton, aunque nos mudamos a Londres cuando cumplí los cuatro, así que me considero un londinense en toda regla. Llevo en el mismo colegio desde los seis años (tiene primaria, secundaria y bachillerato) y...recordar lo que me ha llevado a estar como estoy, no es algo muy agradable.

Flashback

Harry y yo íbamos caminando hacia clase mientras todo el mundo nos miraba.
Harry era mi mejor amigo y tenía un año más que yo, es decir, nueve. A pesar de ser dos mocos, sabíamos hacernos respetar. Era como si el resto de los niños nos admiraran y quisieran ser como nosotros.

- Mira a Lindsay. - me dijo - ¿A que es guapa?
- Qué pesado eres...¿por qué no vas a jugar con ella y te callas un rato?
- Porque no quieres que te deje solo.

Sonreí encogiéndome de hombros y entramos en clase sentándonos en nuestros respectivos sitios.
Era cierto, aunque todos los niños de la clase quisieran ser nuestros amigos, mi único amigo era Harry; y viceversa. El problema era que últimamente nuestro único tema de conversación era la tonta de Lindsay; a la que por supuesto, no pensaba incluir en nuestro pequeño (y cerrado) grupo de amigos. Éramos Harry y Danny, no Harry, Lindsay y Danny...

- Eh, mira.

Miré hacia donde señalaba el dedo de mi amigo y vi a dos niños rubios entrar con la mirada clavada en el suelo.
Probablemente eran nuevos, nunca los había visto y sus caras parecían tener un cartel florescente en el que estaba escrito en mayúsculas "Soy nuevo, pégame".

- Gente nueva. - reí mirando a Harry.
- Por fin algo divertido...
- ¡Chicos, silencio! - gritó la profesora - Quiero presentaros a vuestros nuevos compañeros.

La señora Parker se llevó más de quince minutos presentando a los dos rubitos mientras Harry y yo planeábamos mentalmente la bienvenida.
No existía cosa más divertida para nosotros que molestar a los nuevos, y más si eran tan tontos como esos.


La hora del recreo había llegado y buscábamos a los nuevos sin ningún éxito. ¿Acaso podían hacerse invisibles? No estaban por ningún lado.
Cuando quedaban escasos minutos para que tocara el timbre que anunciaba el final del recreo, los vimos sentados en un banco comiéndose su bocadillo.

- ¡Hola! - exclamamos Harry y yo a la vez.
- Ho-ho-hola...
- Soy Daniel, pero me llaman Danny. - dije - Y este es mi amigo Harry.
- Yo soy Tom, y él es Dougie.

Vaya, Tom y Dougie.
En aquel momento creo que por la cabeza de Harry y por la mía pasaban las mismas preguntas, y ninguno de los dos se iba a quedar sin la respuesta.

- Oye, ¿tú tienes complejo de perro? - le preguntó Harry a Dougie - Por el nombre digo...
- Y-y-yo...
- Y a ti te gusta mucho comer, ¿verdad? - le pregunté yo a Tom.

Ninguno de los dos respondió, ambos bajaron la mirada casi llorando y esperaron a que nos fuéramos de allí.

- Eh, no seáis maleducados.
- Yo no soy maleducado. - respondió Tom - Eso eres tú, que me has llamado gordo.
- No te equivoques, sólo he dicho que te gusta comer, bola de sebo.
- ¡No le insultes! - gritó a su manera el otro.
- Si no paras de ladrar, tito Harry no te dará la galletita.

Empecé a reír de forma escandalosa mientras los dos amigos aprovecharon para salir corriendo. Al parecer nos íbamos a divertir muchísimos con aquellos dos...

Fin Flashback

Así fue como empezó todo.
Por aquella época yo me dedicaba a insultar a todos los niños de mi clase...me metía con ellos sin motivo alguno y aunque no era consciente, les hacía daño.

Es cierto que Tom estaba rellenito y que Dougie no es un nombre muy común, pero...¿en qué pensábamos Harry y yo para tratarlos así? No teníamos ningún motivo, pero seguimos haciéndolo día a día. Cada semana, cada mes...e incluso cada año.

Sí, pasaron los años y seguíamos metiéndonos con ellos.
El resto nos daba igual, sólo acosábamos a Tom y a Dougie, supongo que eran los más cobardes y eso nos hacía sentir mejor.
Pero un día, siete años después (es decir, el año pasado), Harry cambió repentinamente y dejó de ser "el matón". Yo decidí seguir siendo gilipollas...

Flashback

Habían pasado siete años desde que Tom y Dougie entraron en el colegio, así que ahora yo tenía quince y Harry dieciséis; pero nuestra actitud frente a ellos no había cambiado.
Tom seguía siendo un empollón con demasiada panza, y Dougie un freak demasiado bajito. Era imposible contener los comentarios y las bromas, imposible.

- ¿Sabes de lo que me he enterado? - me sonrió Harry - Nuestros amiguitos son fanáticos de Star Wars.
- No jodas. ¿La peli de las espaditas láser y del "yo soy tu padre"? - reí fuerte.
- Exacto.

No hizo falta decir más, ya teníamos qué hacer.
Habían pasado bastantes años, nuestra mentalidad no era la misma y ya no hacíamos cosas como quitarles el bocadillo; esta vez un simple folio era más que suficiente.
Juntamos dos folios y escribimos bien grande: "STAR WARS, QUE LOS FRIKIS OS ACOMPAÑEN". Seguidamente, lo colocamos con fiso en sus taquillas y ¡tará! Travesura realizada.

- Tío, cada día somos mejores. - susurré.
- Sin duda...

Nos quedamos de pie esperando, queríamos ver la reacción de ambos, iba a ser un momento épico.
La gente que pasaba por el pasillo leía el folio y comenzaba a partirse, todos sabían que esas taquillas pertenecían a Tom y a Dougie; todos se reían de ellos gracias a nosotros.

- Tom... - escuché decir muy bajito al otro rubio.
- Capullos...
- No aguanto más, es un infierno.
- Ya queda menos para que acabemos Doug, podemos aguantar...
- ¡Llevas siete años diciéndome eso! - gritó harto.

Harry y yo los mirábamos desde nuestro escondite, parecían un matrimonio en plena crisis.
Dougie gritaba sin importarle que la gente le mirara, decía todo el rato que no podía ni un día más, que se sentía cada vez peor. Mientras, Tom intentaba tranquilizarlo, pero no lo conseguía.

- Vamos a reírnos de cerca. - me propuso mi amigo.

Yo asentí y nos dirigimos hasta ellos como si nada.
Tom nos miró asustado, como hacía siempre, y Dougie, al darse cuenta de su mirada, se giró para saber qué pasaba. En ese momento el mundo se paró.
Su mirada no expresaba miedo, expresaba rabia. Era como si toda su cobardía se hubiera marchado.

- ¿Qué pasa, discutiendo parejita? - rió Harry.
- ¿Tienes complejo porque nunca has conseguido que Lindsay te eche cuenta y te dedicas a inventar parejas?
- Dougie, qué haces...
- Déjame Tom, estoy harto. - dijo enfadado - Lleváis siete jodidos años usándonos como muñecos, dejándonos psicológicamente echos mierda...¡y ya está bien!
- Mira, yo no tengo la culpa de que te tomes a mal las bromas. - contestó Harry.

El pequeño rubio abrió muchísimo los ojos, cosa que me hizo bastante gracia.
Comencé a reír y al poco tiempo mi amigo me siguió, pero ellos dos seguían totalmente serios e inmóviles.

- ¿Bromas? Era una broma cuando venías y me arrebatabas mis caramelos de menta. Era una broma cuando pinchabas mi pelota de plástico...e incluso lo era cuando me cortabas un mechón de pelo. - dijo rápidamente - ¡Pero dejó de ser broma hace mucho! ¿No te das cuenta de los que sois?
- ¿Qué somos, listo?
- Dos gilipollas envidiosos que se dedican a acosar a los demás porque no pueden con sus complejos. ¿Por qué no os aceptáis a vosotros mismos y ya luego os metéis con los demás?

No sabría decir quién estaba más perplejo, si Harry y yo, o su propio amigo.
Dougie había hablado en diez minutos más que en toda su vida. Y aunque yo no sufrí ningún cambio después de esa insignificante charla, al parecer para Harry fue un gran toque de atención...

Fin Flashback

Desde esa charla, Harry empezó a distanciarse de mí y se hizo amigo de ellos dos. ¡De Tom y de Dougie! ¿Existía algo más ridículo? Sí, yo mismo.
Dejé de acosarles públicamente porque estaban con Harry, que a pesar de todo era mi amigo, pero Tom no pudo librarse de mí.

Todos los días a la salida me iba detrás suya y le insultaba hasta que se ponía a llorar.
Un chaval con dieciséis años (uno más que yo) llorando...me parecía tan ridículo que el siguiente paso era pegarle. Digamos que era algo automático, siempre lo mismo. Todos los días, a la misma hora...hasta que llegó el verano y decidí que pararía. No quería pasar más días solo sin Harry...quería a mi amigo de vuelta.

El curso comenzó bastante bien, Harry se sorprendió de mi cambio de mentalidad y aunque les costó bastante, Tom y Dougie decidieron perdonarme y me integraron en el grupo. ¿No suena absurdo? Harry, Tom, Dougie y yo siendo amigos. Con lo mal que me porté...en aquel momento me dio coraje que fueran tan buenas personas, me sentí una mierda.
Todo fue genial hasta ayer.

¿Que qué pasó ayer?
Muy simple: Tom se suicidó.
¿Que por qué?
Por un gilipollas como yo.

Cory llegó nuevo a clase el mes pasado, y nada más verlo lo supe: nos haría la vida imposible. Se encasquetó en nosotros cuatro y nos jodía cada día, como Harry y yo hicimos años atrás con Tom y Dougie. Ahí fue cuando empecé a entenderlos y me pregunté cómo aguantaron...

Dougie se quejaba, decía que no estaba dispuesto a pasar por lo mismo, que no aguantaría; Harry repetía una y otra vez que no entendía cómo podíamos haber sido así nosotros, que vaya par de cabrones; yo simplemente me quejaba de los golpes que me daba Cory. Y después estaba Tom, que era el único que nos animaba a seguir. El único que no se quejaba...por eso ésto nos pilló por sorpresa.

Ayer se suicidó dejando una sucia nota:
"Lo siento...de verdad que lo siento por vosotros, pero no puedo más.
Sabéis perfectamente lo que es vivir así. Sobre todo tú, Doug, llevamos mucho tiempo sufriendo ésto y yo no estoy dispuesto a seguir soportándolo.
Espero que de alguna forma paréis a Cory...hasta siempre"

Y ahora no puedo evitar sentirme la peor persona del mundo.
¿Qué habría pasado si yo no hubiera empezado con todo? Si yo nunca hubiera acosado a Tom, ¿se habría suicidado? Probablemente no...no puedo parar de pensarlo. Yo podría haberlo evitado...

Lo único bueno de todo es que Cory no nos va a molestar más, estoy seguro. Y si nos molesta, me da exactamente igual.
No me importa lo que me hagan, estoy vacío. Porque después de todo, Tom era uno de mis mejores amigos, y que haya optado por la opción más cobarde lo ha cambiado absolutamente todo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Enfadarse no es tan malo.

A "petición" de Erika, que puso un comentario diciendo que quería que subiera el Junes +18...aquí está.
Debo confesar que me sentí sucia cuando lo escribí (hace unos meses) y me siento sucia ahora. Sí, soy tonta, pero es que a mí escribir cosas de estas se me da mal y no me hace mucho tilín...pero bueno, aquí está.
Acepto flores/ladrillos. *Comentarios, comentarios* ¡Vemo con Nemo!

Llevamos varias horas en casa de Tom, y comienzo a estar cansado.
Hoy es el típico Domingo de amigos sagrado en el que hacemos cosas juntos. Si no fuera porque me negué, también iríamos juntos a mear.

Tom está en la cocina preparando algo de comer mientras Harry y Dougie se ríen en el sofá.
Sonrisas y más sonrisas. Estúpidos chistes que solo ellos dos entienden. Estúpido Pudd que me jode la vida.
No es que esté celoso ni nada de eso, para nada. Es simplemente que Dougie ha dejado de quererme, y eso me duele. Me duele mucho.

Puedo ver a Tom sonriendo desde el pasillo con un plato lleno de tortitas.
Tom es feliz siempre, pase lo que pase. Su sonrisa está pintada con permanente y nunca se borrará.

- Tortitas para todos. - dice.

Harry coge dos; una para él y otra para el enano.
Yo cojo dos; una para mí y otra para mí.
Y Tom..Tom nos mira como si fuéramos cerdos mientras llama a alguien.
Al cabo de unos cinco minutos vuelve encontrándose el plato vacío y nos dice:

- Chicos, me voy. He quedado con Gio y...Dougie, - dice captando su atención - está con Frankie...¿te vienes?

- ¡Claro! - responde.

- Pues perfecto. Os dejamos solos, no me mancheis nada y que no se os olvide mimar a Marvin. - nos dice a Haz y a mí amenazante.

Harry y yo respondemos al unísono y los dos rubios del grupo salen de la casa.
Ahora es cuando yo no sé qué hacer; si tirarme por un balcón o chamuscarme en la chimenea. Probablemente ninguna de las dos cosas: Tom ni tiene balcón, ni tiene chimenea. Es un fracaso de casa, no hay ayudas para suicidarse.

- Bueno... - dice Harry rompiendo el hielo - ¿Quieres hacer algo en especial?

Pienso bastante y llego a la conclusión de que no me gusta hacer nada con Harry, nada.
Nunca hemos tenido conexión, no la vamos a tener ahora.

- No sé...hablemos.

- ¿De qué? - pregunta extrañado.

- De Dougie.

Veo cómo frunce el ceño y pone una mueca desagradable.

- ¿Por qué crees que es solo tuyo? No dejas que esté con Tom ni conmigo.

- ¿Perdón? Mira Danny, si quieres pelea vete a la calle y enfréntate a cualquier borracho. A mí déjame.

Se levanta cabreado pero le cojo del brazo, no pienso dejar que se vaya dejándome así.

- Sólo te he hecho una pregunta. - le digo.

- Sí, una pregunta totalmente absurda. Yo no le prohibo nada. Me prefiere a mí antes que a ti, asúmelo.

Uno, dos, tres..y hasta diez.
Contaría si tuviera paciencia, pero no la tengo.
Comienzo a gritar palabras sin sentido y oraciones inconexas mientras Harry hace lo mismo.

- ¡Que te jodan! - me grita.

Y en este momento el tiempo se para y mi cabeza se satura.
¿Me podría explicar alguien por qué en estos instantes veo a Harry jodidamente sexy?
Me muerdo el labio e intento contestarle, pero no me sale nada.

- Vete a la mierda. - murmuro.

Harry se acerca enfadado, y realmente pienso que me va a pegar.
Me acorrala contra la pared, empiezo a tener miedo y a la vez empiezo a excitarme.
Sí, increíble. Están a punto de estamparme y yo me empalmo. Soy inteligente, claro que sí.

- Vuelve a decirlo, vamos. - me incita.

- Que te vayas a la mierda.

Cierro los ojos esperando el golpe, pero no llega.
Cuando los abro puedo ver cada brazo suyo a un lado de mi cabeza y nuestras caras demasiado cerca.

- Una vez más. - dice.

- Vete a la mierda, pesado.

Y lo hace.
No me pega un puñetazo, pero me besa.
Juro por lo más sagrado que ahora mismo me está besando.
Bruto, con fuerza, sin tener la más mínima delicadeza. Pero me está besando, y me gusta.

- ¿Qué haces? - digo apartándolo.

- Seamos claros, me pones enfadado.

Mis ojos se abren como platos y su sonrisa se vuelve burlona.
Vuelve a acercarse y me roba otro beso. Y otro. Y otro más.

- Y por lo que veo, yo a ti tampoco te disgusto mucho... - dice riendo.

Yo sonrío y me avalanzo a él besándole con fuerza, mordiendo su labio inferior.
Le quiero hacer daño, que vea que no es superior, que no lleva el control en ésto.

Harry me separa y se quita la camiseta rápidamente, dejándome con la boca abierta.
Puedo ver su pecho inflándose con fuerza, y lo mejor de todo, puedo tocarlo.

- Vamos, es para hoy. - dice sacándome de mi empanamiento.

Asiento e intento quitarme la mía, pero no puedo.
Señal de que estoy nervioso, y Jones nunca está nervioso.
Haz sonríe y me arranca la camiseta, textualmente.
Nada de delicadezas, nada de cosas bonitas...eso no existe.

Ahora estamos en igualdad de condiciones, y aunque no me puedo quejar, quiero más.
Estoy demasiado excitado como para quedarnos media hora con los pantalones puestos, y Harry se ha dado cuenta de ello.

- Shh... - me susurra al oído - todo a su paso Dan, todo a su paso.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y siento que tengo electricidad.
Harry es sexy. Harry me pone. Harry no para de besar mi cuello.
Lo recorre de arriba a abajo dejando rastros de saliva en él, por lo que probablemente mañana la gente piense que estuve con una chica que me dejó marca.
Vuelve hacia arriba y me roba otro beso. Y yo sólo puedo decirle:

- Besas genial.

Y me siento idiota, pero me da igual.
Él se ríe y vuelve a mi cuello. Besos, chupetones, mordiscos. De todo un poco. Felicidad por mi parte, excitación por la suya.

Empiezo a pensar que debo hacer algo, pero mi cuerpo no responde. Estoy totalmente entregado a Harry, le dejo hacer lo que quiera.
Ahora mismo está bajando por mi pecho, se dirige al pezón izquierdo.
Lo chupa, lo muerde. Y aunque quiero gemir, no lo hago. Harry no va a ganar esta partida, ni en broma.

Le agarro el pelo y me muerdo el labio con fuerza. Me voy a hacer sangre, pero no me importa.
Él sigue lamiendo con entusiasmo y vuelve a morder más fuerte.

- Ah...

Mierda mierda y mierda.
Juro que se me ha escapado. Ha mordido demasiado fuerte y no he podido aguantar. Pero a Harry le ha gustado, porque sonríe pícaramente y sigue con el otro pezón.
Podría morir de felicidad en este preciso instante.
Comienzo a entender por qué llaman a Harry el Dios del sexo y todavía no hemos hecho nada.

- Danny, - dice fingiendo un gemido - ¿te gusta?

Yo me limito a asentir y decido que es mi momento.
Le cojo del mentón y hago que me mire. Sus ojos están brillantes y su mirada deja ver la excitación desde lejos.

- Bésame. - le medio suplico.

Harry me hace caso y me besa como al principio, bruscamente.
Yo sonrío en sus labios y acaricio su espalda haciendo que se estremezca.

- Y ahora... - le digo - me toca.

Veo que separa sus labios para hablar, pero le callo con otro beso mucho más profundo.
Su lengua y la mía en una gran batalla que no tiene ganador.
Pasión, lujuría, sexo. Ésto es increíble.

Seguimos besándonos mientras le dirijo hacia el sofá, es hora de usarlo.
Cuando estamos en el borde le empujo provocando que caiga boca arriba con los brazos abiertos, dejándome su cuerpo a toda disposición.

- ¿Preparado? - le pregunto.

- No lo dudes.

Y esas tres palabras me estimulan como un coche de carreras puede estimular a un niño pequeño.
Me siento a horcajadas encima de él, sonriendo como nunca antes le he sonreído a un tío.
Harry me gusta, me gusta mucho.

Comienzo a besarle el cuello, como él ha hecho anteriormente conmigo.
Subo, bajo. Reparto besos y lametones por todas las partes posibles y llego hasta su oreja. Sé que es su punto débil, me lo ha dicho miles de veces.
Le muerdo el lóbulo y arquea la espalda, le gusta y eso hace que yo siga su ejemplo. Me quedo un rato en su oreja hasta que él gime, ya he conseguido mi propósito.
Le robo un beso y voy bajando. Lento, muy lento. Tan lento que si yo fuera él me suplicaría que fuera más rápido, pero eso Harry no lo hace. Su orgullo masculino no le deja.

Lamo un pezón, y el otro.
Doy besos por todas partes y decido que si no quiero correrme ya, es hora de seguir bajando. Dejo saliva por todo su pecho y me quedo estancado en su ombligo, una pequeña línea y llego a la parte más sensible.
Bajo mi lengua y la paso por encima del elástico de sus bóxers, Harry gime.
Me río y me quito de encima suya, es hora de apartar los pantalones. Le desabrocho el cinturón y veo cómo traga saliva. ¿Asustado? ¿Excitado? Yo diría que una mezcla de los dos.

Cuando por fin tiro sus pantalones al suelo, decido deshacerme de los míos. Tengo prisa y no quiero perder más tiempo.
Vuelvo al sofá y me siento encima de él, igual que antes.
Nuestros miembros se rozan y Harry gime más fuerte de lo que me esperaba. Yo haría lo mismo, pero sé controlarme. Aunque el hecho de que una fina tela esté separando nuestra excitación sea muy morboso, tengo que aguantar.

- Joder - le digo - Creo que alguien aquí está muy necesitado.

- Pues serás tú pecoso, yo follo todos los días. - responde riendo.

Sonrío y Harry aprovecha para cambiar posiciones.
Ahora soy yo el que está abajo, es él quién tiene el control.
Vuelve a su maniobra de los besos y mientras lame con fuerza mi cuello, baja una mano hasta mi parte más preciada.

Y así, sin previo aviso, la mete dentro de mis bóxers.
Yo me estremezco y sin quererlo, gimo bastante fuerte.

- ¿Estás seguro de que soy yo el necesitado? - pregunta vacilante.

Aprieta con fuerza y gimo más fuerte aún.
Harry ríe, a Harry todo le hace mucha gracia.

- S-s-s-sí. - digo con voz ronca.

Él niega con la cabeza y sigue tocándome.
Siento que estoy en el cielo, o probablemente más allá. Y cuando creo que nada puede ser más excitante, Harry para de besarme y baja su cabeza.

No creo que vaya a hacer eso, no lo creo hasta que veo que baja mis bóxers y comienza a chupar sin ningún tipo de apuro.

- Ahhhh...joder...

No me gusta que vea que está ganando, pero es demasiado difícil no emitir ningún sonido.
Levanto la cabeza y puedo ver la suya moverse lentamente.
Arriba, abajo, arriba, abajo.
Que alguien le diga que pare o me corro. Que alguien se lo diga, yo no puedo.

- Ha-ha-harry... - digo entre gemidos - Para.

No me hace caso y sigue a lo suyo, ahora mucho más rápido, mucho mejor.
Se ayuda con sus manos y eso hace que me estremezca aún más.
Afirmo que no hay nada más jodidamente perfecto que tener a Harry así ahora mismo, lo prometo.

Se lo saca entero y me mira con sonrisa burlona.
No va a parar, no me va a hacer caso. Puedo leerlo en su mirada.

- ¿Estás seguro de que quieres que pare? - me pregunta.

- Ssssí.

- Vale, espera medio minuto y paro.

Y sin borrar esa estúpida sonrisa, pasa toda su lengua por mi glande de forma superficial. Mi piel se eriza, mi mente se pone en blanco y aferro mis manos a su pelo.

- Voy enserio...¡joder!

Y por más que suplico Harry no para, porque sabe que me gusta demasiado. Él lo sabe todo en este tema. Porque sí, como ya he dicho antes, Harry es el Dios del sexo.
Vuelve a metérselo entero en la boca y vuelve a robarme otro gran grito de placer.
Cuando mi gemido para, Harry se lo saca y me mira con una enorme sonrisa.

- Conseguido. - susurra.

Yo respiro profundamente y como si fuera por arte de magia, recupero toda la energía.
Quiero hacer algo, no soporto sentirme un cero a la izquierda. Y menos en el tema de la cama.

- Me toca, ¿no crees? - le pregunto.

Harry se encoge de hombros y yo ataco su boca.
Un beso, lenguas, saliva. Mezcla de sabores.
Y bajar hasta llegar a su miembro, que está tan excitado que parece que está pidiendo a gritos salir de ahí.

Me acerco al oído de Harry mientras introduzco mi mano derecha y lo rozo.
Harry gime, Harry siente placer.

- Tranquilo... - le susurro en la oreja - Papi ha venido a salvarte.

Noto que mis palabras le ponen aún más, y eso hace que me sienta con todo el control.
Ahora Harry está en mis manos, y no pienso ser nada delicado.

Le quito la última prenda y aquí estamos, desnudos uno frente a otro.
He visto a Harry mil veces desnudo, pero nunca mirándolo de esta forma. Nunca teniendo su miembro en mi mano y nunca deseando que fuera mío. Nunca.

Comienzo a tocar con miedo, nunca he hecho ésto y él parece tener experiencia.
Ríe, así que llego a la conclusión de que no lo estoy haciendo del todo bien. Pienso en mí y en mis encerronas en el baño. No debe de ser tan difícil, si lo hago con el mío, ¿por qué con el suyo no?

Respiro hondo y sigo tocándolo, ahora con más fuerza.
Aprieto al principio haciendo que Harry deje escapar un suspiro y aflojo el resto del camino, cosa que le hace gemir. Sí, ahora sí lo estoy haciendo bien.

- Danny... - dice bajito - Por favor, juro que me...aaaah...corro...

Paro de lamer y decido hacerle caso, no soy tan malo como él. Aparte tengo ganas de sentirlo dentro, por mucho miedo que me de.
Me levanto y le doy un beso, haciendo que pruebe su propio sabor.

- Espera. - dice separándose de mí.

Asiento y veo que se va corriendo hacia el piso de arriba.
Y pienso: ¿qué cojones estoy haciendo? Me estoy liando con un tío, y ese tío se llama Harry. Y para colmo es uno de mis mejores amigos. Muy bien Dan, muy bien.

Escucho sus pasos apresurados y lo decido: tengo que parar.
El problema es que ver a Harry desnudo con un condón en la mano y una sonrisa perfecta no ayuda a negarse, no ayuda para nada.

- ¿Estás listo? - me pregunta enseñando la precaución.

- Ni se pregunta. - le respondo.

Él sonríe y se avalanza sobre mí besándome con seguridad.
Vuelvo a estar abajo, vuelvo a ser el dominado.
Harry comienza a moverse y nuestros miembros se rozan.
Hola, acabo de conocer la sensación más orgásmica del mundo.
Seguimos rozándonos un rato mientras los gemidos invaden el salón, y Harry decide que es el momento.

- Vamos, no aguanto más. - me dice.

Yo asiento y sigo sus instrucciones.
Me pongo a cuatro patas mientras Harry se coloca el condón.
Y tengo miedo, mucho miedo. Nunca he hecho ésto y estoy seguro de que duele demasiado. Y lo mejor es que me da igual, porque quiero hacerlo.

Harry me acaricia la espalda con una mano mientras con la otra coge mi miembro. La mezcla de excitación y miedo es explosiva.
Respiro hondo y espero.
Siento su punta en mi entrada y me doy cuenta de que va a ir directo, sin preparación. Otro escalofrío me recorre.

- Si te hago daño dímelo, pararé.

Yo asiento, aunque sé que no lo haré, ni en broma.
Haz respira y entra poco a poco, despacio.
Yo grito, me duele, me duele mucho.
Me agarro al cojín que tengo enfrente y Harry me abraza por encima dándome seguridad. Recorre toda mi espalda con besos y embiste despacio.

Dolor. Miedo. Placer. Ansia. Todo junto.
Escucho a Harry gritar y eso me excita más; comienzo a pillarle el gusto a todo ésto.

- Harry... - digo entre gemidos - Más rápido, por favor.

Me hace caso y comienza a embestir más rápido, quizás demasiado. Puedo comprobar en cada embestida que tiene ganas, porque está empezando a pillar una velocidad increíble.
Una embestida más. Y otra, y otra.
Y siento que me voy a morir en este instante, pero no me importa morirme de esta manera.

- Ahhhh...me voy a venir...

- ¡Joder! - grita Harry - Aguanta un poco y lo hacemos juntos.

Le regalo un gemido como respuesta y aguanto el máximo posible hasta venirnos juntos.
Pondría la mano en el fuego de que nuestro orgasmo se ha escuchado en toda la calle. Y también pondría la mano en el fuego y diría que éste ha sido el mejor polvo de mi vida. Sí, con un tío. Sí, con Harry.

Cuando por fin su cuerpo para de temblar, sale de mí y un último suspiro escapa de mi garganta.
Me doy la vuelta y me quedo tirado en el sofá mirando al techo, recuperando un ritmo de respiración normal.
A los pocos segundos, Harry se tumba encima mía. Me da un beso, quizás el menos brusco de todos y me susurra:

- Jones, espero que sepas a quién acudir cuando estés falto de cariño.

- Tengo muy claro a quién llamaré. - le respondo riendo.

- Eso espero. - dice mordiéndome la oreja - Ah, y ésto a nadie. Como digas algo te la corto.

- No harás eso. Si lo haces, ¿quién te hará disfrutar la próxima vez?

- Tienes razón.

Ambos sonreímos y nos quedamos ahí, pegados.
Cuerpo con cuerpo. Sudor con sudor. Sustancia con sustancia.
Qué más da si ahora llega Tom y nos echa la bronca por manchar su sofá, lo que ha pasado es algo que supera el límite del placer y la felicidad.

Y pensar que todo ésto ha sido gracias a Dougie...ahora quiero al enano un poquito más.